No queda más remedio que mirar a Chile, el próximo rival, y hacerlo, si es posible, con las heridas bien suturadas para ese encuentro aunque alguna deje a la vista el alma herida del campeón. Este tipo de palizas admiten muchos o pocos análisis técnicos. Una buena batería de causas que expliquen el éxito de unos y el fracaso de los otros se pueden resumir en la mirada al marcador como respuesta única al todo y a la nada. Un 1-5 en un Mundial es la fiesta y la tragedia, es decir el exceso. Y no hay nada más peligroso que aliarse con las conclusiones rotundas en semejante orgía de toboganes de sentimiento y rendimiento. Si acaso hay que felicitar a Holanda por su capacidad, su convicción y su magnífica noche futbolística. Aunque España le entregó las llaves de varias cerraduras con errores monumentales, la oranje fue una selección emocionante y emocionada por dos jugadores, en absoluto por la venganza. Robben y Van Persie, en sus mejores versiones supersónicas y artísticas, ofrecieron un recital de incuestionable belleza, con goles hermosos, un apetito insaciable y el cuchillo entre los dientes en cada contra.

La ambición carnívora de Holanda contrastó con esa España aún elegante que en ocasiones se pisa el vestido de cola, demasiado contemplativa quizás frente al espejo. Es una dama, pero las arrugas que en otras citas le dan un toque atractivo e hipnotizan a sus rivales, ayer envejecieron su cuerpo de arriba abajo sobre todo en la segunda parte. Se adelantó de penalti después de que Casillas resolviera un mano mano con Sneijder, tuvo el 2-0 en las botas de Silva... Xavi e Iniesta habían filtrado dos pases magistrales, marca de la casa. La brújula indicaba la victoria, pero... Por buscar una clave psicológica, un giro completo en los acontecimientos, el tanto de Van Persie asoma como una guillotina para separar de cuajo lo que pudo ser y lo que fue. Con el descanso a punto de caramelo, el delantero cazó al vuelo un pase muy largo del estupendo Blind, con Casillas a media salida y Pique y Ramos fuera de sus posiciones. El cabezazo del punta del Manchester United, la acción completa en sí, merece el aplauso universal. No obstante, algo pasa con el sistema defensivo español, algo oxidado.

Piqué no ha llegado al cien por cien, y Busquets y Xabi Alonso carecieron de frescura para el repliegue sin apenas ayudas de Xavi e Iniesta. Holanda fue ganándole terreno al mar a pasos agigantados, impulsada por el viento de cara de los continuos errores de España, que perdió la pelota para no hallarla. Sin balón, ni fe, ni fuerzas, ni Casillas pasó de campeona del mundo a convertirse en un grupo vulgar, vulnerable y deprimido. Si la llaman por Haití, responde. Su ejecución por degollamiento fue un acto de justicia deportiva. Al subir el primer escalón hacia el cadalso siempre queda la esperanza de indulto por la inercia de la calidad individual, por los recursos del todavía gran equipo de Del Bosque. Sin embargo, la cabeza de la Roja cayó por la escalera rebotando en cada peldaño, sumando cadáveres y goles dañinos en un escenario como el Mundial, en Brasil nada menos.

Hay tantas razones para no creer como para pensar que estos gigantes no son un asunto del pasado como puede parecer a muy simple vista. España no es la piel del oso cazado. Venderla ahora será un acto de traición y un error de cálculo. Aun castigada por el látigo holandés, es una señora.