El expresidente brasileño Luiz Inácio 'Lula' da Silva cree que su país tiene el fútbol "en el ADN" pero que ha perdido algo de estilo a lo largo de la evolución de un deporte que "se ha vuelto una máquina de producir dinero" y que privilegia un juego muy físico. "Brasil ya no es el país del 'jogo bonito'", resume en una amplia entrevista realizada el pasado mes de marzo por el exfutbolista brasileño Raí y que este martes publica el diario 'L'Équipe' con motivo del Mundial 2014.

Según el exmandatario, la 'canarinha' "ha perdido un poco de su esencia" y ya no vale el tópico de que los europeos son más violentos o no saben regatear. "Quizá no sepan bailar la samba [...], pero saben jugar a la pelota", agrega Lula, que cita a los jugadores del Bayern, campeón de la Bundesliga, y asegura que "tratan el balón con el mismo amor" que los brasileños.

"Cuando los brasileños saltan al campo contra España, conocen a sus rivales mejor que a sus propias parejas. Ya no hay la inhibición que podía haber antes. El fútbol ha perdido el picante y nosotros hemos perdido nuestro estilo", continúa el político de 68 años. Pese a ello, considera que "un país que organiza el Mundial y que tiene el palmarés de Brasil es necesariamente favorito", aunque no hay que caer en "un exceso de confianza".

Con una cerveza y junto a la familia

Lula revela durante la conversación que se sentará con una cerveza y junto a su familia para ver cada partido de la 'seleção', pero seguirá también encuentros de otros equipos. Entre ellos los de Argentina, histórico rival de Brasil que en su opinión puede "llegar lejos" si "refuerza su defensa". También alerta sobre Uruguay: "No se le puede desatender porque tiene dos jugadores de clase mundial: Luis Suárez y Cavanni. Hay que estar muy atentos a esos dos jugadores".

Aunque la conversación data del pasado marzo, el expresidente se refiere también a las protestas sociales que han recorrido Brasil en los últimos meses. "Hay que luchar todos los días para mejorar y las autoridades no deben malinterpretar que la gente salga a la calle", señala un Lula que, sin embargo, defiende a capa y espada lo que el Mundial y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro de 2016 le han dado y le darán a su país. "Nos podemos quejar de todo pero la herencia será extraordinaria", concluye.