Tras caer ante Alemania en la final del Mundial (1-0), el análisis más profundo de la derrota lo ha hecho Javier Mascherano, un capitán sin brazalete porque se lo cedió a Leo Messi. "Es un golpe muy duro, dolerá para siempre", ha confesado el mediocentro, sintiendo que a sus 30 años acababa de desperdiciar la oportunidad de su vida, la última para coronarse campeón con Argentina. "Lo tuvimos en la palma de la mano. Será difícil que se dé otro campeonato igual", ha añadido.

'El Jefecito' ha cuajado en Maracaná otro partido ejemplar, pero ha rehusado hablar de su actuación y de su futuro. Al menos tiene cierta satisfacción y el consuelo de que el equipo "ha estado a la altura" para competir con mucha dignidad "ante un rival que en teoría era una bestia" y al que Argentina "le jugó de igual a igual". También ha instado a compañeros y aficionados a aceptar con deportividad la derrota, por muy cruel que haya sido. "Jugamos como había que jugar una final", ha insistido, mentalizado para pasar "una noche como sea porque va a ser muy dura".

El jugador azulgrana intuye que la actuación de Argentina ayudará a frenar el declive de la selección y otros problemas que no ha especificado del fútbol nacional. En cualquiera caso, tras alcanzar la final 24 años después, este Mundial ha servido para que el cuadro albiceleste vuelva a generar confianza entre los suyos y para que vuelvan los títulos."Llegamos con muchos defectos y acabamos jugando la final contra Alemania y con posibilidades muy reales de ganar", ha concluido.