A finales del 2015 fue el protagonista de uno de los episodios más esperpénticos de la historia reciente del fútbol. Denis Cheryshev (Nizhni Novgorod, 27 años) fue alineado por Rafa Benítez en un partido de Copa contra el Cádiz cuando arrastraba una sanción del Villarreal, precisamente su actual equipo. No pudo elegir peor escenario. El cachondeo en el Carranza fue brutal con gritos de «Benítez mira el Twitter», «Cheryshev no puede jugar» y «Campeones, campeones».

Efectivamente, el ruso no podía jugar ese partido. Lo sustituyeron en la segunda parte, pero el mal ya estaba hecho. El Madrid fue eliminado de la competición por alineación indebida. Ese episodio afectó mentalmente al jugador, que también pasó por muchas lesiones. Pero la desgracia cambió de lado en Rusia. Convocado a última hora tras dos años de ausencia, el extremo aprovechó la lesión de Dzagoev para exhibirse ante Arabia con dos golazos y siguió atenido ante Egipto.

«Si España no es la mejor selección del mundo, está cerca, pero a todas se les puede hacer daño y lo vamos a intentar. Si juego intentaré ayudar a mi equipo y me centraré solo en eso», reflexionó ayer el futbolista zurdo. El Mundial le ha devuelto a la primera línea. Denis vuelve a ser feliz en un campo», cuenta su padre, Dimitri. Paulino Granero, el preparador físico andaluz de la selección rusa, elogió también la plenitud física en la que se encuentra el inesperado héroe del anfitrión: «Ha llegado muy bien físicamente, por eso no me sorprende lo que está haciendo en la Copa del Mundo».