La parroquia de San Braulio, en el zaragozano barrio Universidad, tiene uno de los belenes más grandes de la capital aragonesa. Desde hace años, uno de sus parroquianos, Alberto Pallarés, lo viene montando en un espacio de más de 35 metros cuadrados. Importantes por su extensión también son otros como el que se instala en Monzón con 50 metros cuadrados, aunque es de titularidad municipal.

El belén de San Braulio se hace eco de los evangelios de Mateo y Lucas, y cada año añade aquellos misterios que van conformando la vida de Jesús en su infancia. El belén que quieren reflejar sus organizadores trata de imitar la tradición hebraica de la época del nacimiento de Jesús a través de las imágenes que representan los diferentes misterios de la vida de Jesús desde su Concepción hasta la Huida a Egipto, una visión catequética para grandes y pequeños, amenizada con pueblos y caseríos con luces y un paisaje recreado con elementos naturales como el agua, musgo, arena, corteza de árbol, etc.

De nuevo este año ha aumentado en tamaño y se han añadido dos nuevos misterios: Los desposorios de la Virgen y el Empadronamiento. Asimismo, Pallarés ha recreado un nuevo pueblo detrás del pesebre, que representa concretamente el pueblo de Belén de donde viene la familia de Nazaret buscando posada.

Todo ello se expone en la parroquia de San Braulio, situada en la calle Corona de Aragón, 37; pudiéndose visitar en los horarios en que está abierta al público para el culto. Anualmente se bendice e inaugura en la última eucaristía del sábado anterior al día de Navidad. Para los amantes de este arte religioso, en la ciudad pueden visitarse otros de gran importancia como el situado en el Alma Mater Museum, de estilo napolitano; en la residencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, en la avenida de San José; en la sede del Rosario de Cristal, en la iglesia del Sagrado Corazón; el de las hermanas Angélicas de la plaza del Pilar y el municipal, en dicha plaza.