Zaragoza amaneció en el 2019 con una resaca de la fiesta de fin de año que era la estampa habitual de las zonas de ocio nocturno en estas fechas. Numerosos restos de la celebración en las calles, basura acumulada en los entornos más frecuentados cada Nochevieja e innumerables restos de una fiesta que mientras para algunos empieza a terminar para otros, los trabajadores de las brigadas municipales de limpieza, significa el inicio de una dura jornada de trabajo. Y a toda velocidad, porque ayer en pocas horas habían adecentado muchas de estas zonas, con el dispositivo especial que se despliega en todas ellas.

Las calles de pubs del Casco, el entorno de Francisco Vitoria, las proximidades de la sala Multiusos, el barrio de San Pablo y, en especial, de Las Armas; las inmediaciones del teatro de las Esquinas; o la plaza Salamero... Son solo algunos ejemplos de espacios que con las primeras luces del día amanecían con botellas, basura en general, restos de botellón y de fiesta en la calle que luego toca recuperar para que en el día de Año Nuevo las calles no se conviertan en una zona intransitable.

Brigadas de refuerzo en la limpieza viaria que, a falta de conocer los datos oficiales del ayuntamiento, ponían a punto el centro de la ciudad en tiempo récord. Solo unas horas bastaron para que, antes de media mañana, los viales más transitados estuvieran limpios de residuos de la última noche del 2018.

EL CENTRO MEDIO VACÍO

No era de extrañar que sucediera en el casco antiguo, sobre todo después de que 7.000 personas vivieran los últimos instantes del año en la plaza del Pilar, con las campanadas y la fiesta de despedida que, posteriormente, se trasladaba a las zonas de ocio nocturno más próximas. O a salas de fiesta que, en ambas márgenes del río, organizaban una fiesta de cotillón.

Así, los operarios de la limpieza viaria, de la empresa FCC, eran en las primeras horas de la mañana de las pocas personas que habitaban las calles semivacías del centro. Algunos supervivientes de la fiesta de final de año que deambulaban de regreso a casa y, en la calzada, pocos taxis, los autobuses y el tranvía cumplían con unos servicios públicos que eran lo más parecido a un martes normal en Zaragoza.