El Ayuntamiento de Zaragoza se ha convertido en centro de una batalla política encarnizada. La derecha sabe detectar el peligro y tiene claro cómo hay que actuar: eliminando al enemigo. Sin tregua ni cuartel. A ello aplica todos sus esfuerzos y recursos. Que son muchos. No en vano, eso que llamamos derecha es un conglomerado partidario, empresarial y comunicativo en el que los actores se reparten los papeles para una mejor eficacia de su objetivo: mantener todo bajo su control y obtener pingües beneficios económicos, muchas veces al margen de la legalidad.

Zaragoza en Común ha tenido la osadía de poner sobre la mesa el problema de la externalización de servicios del ayuntamiento. Y ha sacado a la luz los incumplimientos y la ineficacia de buena parte de las empresas privadas que se han hecho con esos servicios. Esa actuación pone en entredicho una de las cantinelas más repetidas en nuestra sociedad: que la empresa pública es ineficaz, a diferencia de la privada. Cuestionar esa afirmación por la vía de la demostración choca frontalmente con los intereses de una derecha voraz, depredadora, insaciable, que quiere hacerse con todo el pastel y comérselo de golpe. Sin compartir una sola miga. Y Zaragoza en Común ha cuestionado con eficacia ese discurso. Eso ha llevado a que el concejal Alberto Cubero se haya convertido en enemigo público número uno del lobi reaccionario de la ciudad. Porque sacar a la luz pública que las grandes empresas contratistas de nuestro ayuntamiento cobran por trabajos no realizados, por camiones que no utilizan o por instalaciones que no funcionan, es poner en entredicho la fórmula de negocio preferida de la nueva derecha: gestionar -de manera ineficaz y mentirosa- los recursos públicos. Y pasarnos luego la factura, a la ciudadanía en su conjunto, de su deplorable gestión.

En esa guerra, el conglomerado de la derecha ha hecho del rescate del servicio 010 un delirante caballo de batalla. He llegado a leer en algún sitio que ese servicio externalizado funcionaba correctamente. Parece ser que no pagar a las trabajadoras entra dentro de la correcta gestión. Quizá de lo que habría que hablar es de la gran responsabilidad de unas mujeres que, aun sin cobrar, han seguido trabajando. El colmo del cinismo ha sido la aparición de la CEOE zaragozana en escena, para recurrir el proceso. Una CEOE dirigida, qué casualidad, por un dirigente del PP, antiguo concejal, Ricardo Mur, en cuya época se privatizó el servicio 010. Y que en la actualidad es presidente de Hiberus, una empresa conocida entre otras cosas por el fiasco de su sistema de gestión educativa SIGAD, que ha sumido a los centros educativos en el caos después de que el Gobierno de Aragón, dirigido, casualmente, en aquel momento por el PP, decidiera comprarlo, innecesariamente, por casi 700.000 euros. Mur se muestra así como una Santísima Trinidad, en la que la Derecha Una es a su vez trina: partidaria, mediática y empresarial.

El 010 es solo un síntoma, uno más, de la guerra total de la derecha contra aquel que cuestione su dominio. Que puede haber habido alguna torpeza en el equipo de gobierno del ayuntamiento, es posible. La mayor, dejar flancos al descubierto para sufrir despiadados ataques. ZeC debiera saber cubrirse mejor, obrar con mayor inteligencia y cautela. No cambiar de línea política, pues su labor debe ser desmontar el negocio en que el PP ha querido convertir la gestión de los servicios públicos, pero con pies de plomo. Porque la derecha, la que nos regala autopistas sin coches para rescatar, la que promueve aeropuertos sin aviones, la que vende programas informáticos inútiles, la que tiene entre sus activos a gente tan decente como Bárcenas, Rato, Blesa, Díaz Ferrán, la que no altera el gesto mientras chapotea en corrupción e indecencia, convertirá una gomina de 20 euros en crimen contra la humanidad. Su cinismo solo es comparable a su infinita voracidad, a su insaciable avaricia.

*Profesor de Filosofía