Hay cierta lógica que asocia mercados desregularizados con políticas neoliberales, igual que la redistribución de los recursos de los Estados de bienestar ha sido una prioridad teórica para los partidos socialdemócratas. Por eso, el fulgurante aumento de las desigualdades económicas y la pérdida de derechos sociales que vivimos desnuda la actual impotencia de estos, cuando no su complicidad (vía renuncias ideológicas), acomodo o apego al poder.

Con sospechosa frecuencia, los socialistas votan hoy en Europa lo mismo que los conservadores; y en España, su (anticuado) icono Felipe González ha llegado a apostar por una coalición. Lógico, pues, que mientras que debatibles razones de Estado le hacen indistinguible del PP, por su izquierda le adelanten voces nuevas que claman por una mayor transparencia.

Lógico también que abrir a los militantes la elección de un nuevo secretario general acarreara un debate como el del lunes, aunque este resultara encogido y demasiado contenido. Entre los tres candidatos, el más ideológico, Pérez Tapias, es sin embargo quien menos avales ha reunido. Parece que 135 años de historia del PSOE pesan hoy menos que ese artículo 135 de la Constitución cuya vil modificación en el Congreso (por obra y gracia de Merkel) los otros dos candidatos sí apoyaron con su voto.

Madina y Sánchez se ajustan a esa otra ola de cambio generacional en los liderazgos, donde suele haber poco talento y mucho maquillaje. El carisma, como los genios, solo se da de tanto en tanto, y sus propuestas, similares y generales, son tan interpretables como incontrastables. Los posos del café de hoy no revelarán cuánto hay de pura convicción y cuánto de torrefacto en ellos, pero sí qué grado de regeneración cabe esperar.

El primero, que desde el viejo aparato huye hacia delante a todo o nada, promete primarias abiertas y renunciar si pierde. El otro busca condicionarlas sin aclarar si es alguien más que el regente de Susana Díaz. Claro que si las primarias las ampliaran a toda la población, el PP tendría mucho que decir. De hecho, Paco Marhuenda, oficioso (antes oficial) portavoz de Mariano Rajoy, ya ha elegido. Su candidato es Sánchez. Periodista