El 14-M está a la vuelta de la esquina, tan cercano que los distintos partidos políticos ya han comenzado con su bombardeo habitual de buenos propósitos y mejores promesas. De carácter nacional, parece lógico que las ofertas aborden las grandes y comunes cuestiones, aunque tampoco convendría echar en saco roto todo lo que concierne a las distintas y próximas circunscripciones electorales. ¿Qué se hizo de las promesas del PP a los oscenses, turolenses o zaragozanos? ¿Cómo han defendido nuestros particulares intereses las gentes del PSOE y de CHA, en este caso desde la oposición? El sistema electoral español exige una revisión al alza democrática, con listas abiertas, espacios definidos desde donde surja la representatividad y acaso dos vueltas que permitan al elector la opción a favor de unos u otros acuerdos entre formaciones susceptibles de gobernar (el modelo francés, por ejemplo). Tal vez, al hilo de la ansiada reforma constitucional, haya llegado la hora de abordar tales asuntos. En un orden menor, poco se puede decir de los señeros aspirantes elegidos por los aparatos partidarios. El factor Membrado es muy posible que resulte menos satisfactorio de lo que algunos suponen; Labordeta tiene un techo difícil de superar; Rudi (¡qué poco ha hecho esta mujer por Aragón!) también sufrirá lo suyo, mientras que los del PAR ni chicha ni limoná. Y la candidatura unitaria al Senado, puro escenario del miedo, muerta antes de nacer. Sus bondades están ahí, pero también sus defectos. Entre todos la mataron y el que esté libre de pecado...

*Profesor de Universidad