Como ya es primavera (en El Corte Inglés y oficialmente, aunque la climatología le ha ganado la partida mucho antes a los grandes almacenes) llegan las alteraciones en la sangre, las alergias y las flores por doquier. La gente anda muy loca, muy alterada (por culpa de los políticos y el cambio climático, seguramente), todo el mundo va moqueando y con los ojos rojos (por culpa del polen, las gramíneas y otras drogas primaverales) y el paisaje natural y emocional florece a nuestro alrededor que da gloria verlo, almendros y corazones en flor bajo un sol de justicia que pide lluvia a gritos (de justicia es decirlo). Y esta noche, además, entrará en vigor el horario de verano. Manda narices, que acabamos de entrar en la primavera y ya nos llega el horario de verano. Durante la madrugada de hoy sábado al domingo se producirá un nuevo cambio de hora (y eso que en Europa llevan un tiempo estudiando si tiene sentido mantener este apaño hoy en día, pero el hacer todo sin necesidad está visto que se nos da de maravilla). El caso es que a las 2 pasarán a ser las 3. Ojo, a las 2 serán las 3. Hay que repetirlo como un mantra, no sea que se nos olvide. A las 2 serán las 3. A las 2 serán las 3. Tiene ritmo, ¿verdad? Me entran ganas de componer una canción y todo… Mi consejo es quedarse despierto hasta las dos (nada de dormirse antes) y cambiar la hora entonces, quitar una hora, como quien dice, y ya son las tres. Ver cómo esa hora se esfuma, desaparece, se volatiliza en cuestión de un segundo, es verdadera magia.

*Escritor y cuentacuentos