Una década después de la caída de Lehman Brothers, 2019 nace como el año en que se certifica la principal consecuencia política de la gran depresión de lo que llevamos de siglo XXI: la irrupción de la extrema derecha, populista, iliberal, racista, en las democracias liberales occidentales.

En un terreno baldío por la crisis económica, la inmoral (y demasiado a menudo ilegal) brecha entre el 1% y el 99% abrió a la derecha de la derecha una sima que en este 2019 alcanzará su zénit. Cada país y cada movimiento populista y de extrema derecha tiene sus propias características, pero todos, de Donald Trump a Jair Bolsonaro, de Viktor Orbán a Matteo Salvini, coinciden en lo esencial: recortadores de derechos y libertades, expendedores de carta blanca del racismo, pirómanos de las relaciones comerciales internacionales, abanderados del nacionalismo más furibundo.

En Estados Unidos, el reforzado Partido Demócrata se reagrupa para plantar cara a Trump en el Congreso, con las elecciones del 2020 ya en mente. Europa, justo cuando se acaban de cumplir 20 años del nacimiento del euro, se dispone a jugar la ronda final del brexit, de final incierto, y a resistir en envite de la extrema derecha en medio de la preocupante desaceleración de la economía y la sombra de la Rusia de Vladimir Putin. Para la alianza de extrema derecha, la UE está en el centro de la diana.

En España, el resultado de Vox en las elecciones andaluzas certificó el fin de una excepcionalidad española y el nacimiento de otra: España ya tiene partido de extrema derecha pero, a diferencia del resto de Europa, los partidos de derecha no construyen un cordón sanitario a su alrededor, sino que pactan sin complejos y hasta con alegría.

Si en Europa la inmigración da alas al populismo, en España (siendo importante el rechazo a los inmigrantes) la gasolina proviene sobre todo del procés. El partido Vox es el gran nombre de las elecciones de mayo, que si llegan con Pedro Sánchez aún en la Moncloa (lo que está por ver) pueden actuar de detonante de un adelanto electoral.

Es imposible efectuar predicciones en el próximo semestre en España y en Aragón, donde ya se trabajan las confluencias. Lo que sí es seguro es que entre nosotros el 2019 también será un año de vértigo, marcado por el combate contra el populismo.