21 gramos es el título de una extraordinaria pelí- cula de 2003, escrita por Guillermo Arriaga y dirigida por Alejandro González Iñá- rritu. Por esos años, los cineastas mexicanos formaban un excelente equipo que cosechaba Oscars. El título de la película viene de un trabajo de un supuesto Dr. Duncan MacDougall, quien al comienzo del siglo XX habría realizado una serie de experimentos para probar la pérdida de peso provocada supuestamente por la partida del alma del cuerpo, al morir. El hombre obsesionado habría pesado pacientes moribundos en un intento por probar que el alma es tangible, material y mensurable.

Como se podrán imaginar, la película no va de esto, pero el título es genial por lo inquietante. Y por ello, dentro de la cultura popular esta cifra se ha convertido en sinónimo de la medida de la masa del alma.También el tema fue aludido por el novelista francés André Maurois en su novela El pesador de almas.

El 21% de IVA cultural es el gravamen que se inventó y todavía aplica el gobierno del PP para machacar a la cultura en general, porque la desprecia, y no puede soportar que los creadores, pensadores y gente similar en los diversos campos del arte, critiquen, analicen y les saquen los colores de vez en cuando (menos de lo que merece su ignorancia). Es decir, se ha querido poner un impuesto desmesurado, un castigo, al peso del alma. Ya sabemos que el alma es una fabulosa metáfora. El alma no existe, pero se puede decir que los hacedores de cultura son el alma o la salsa de la vida.

Ese 21% demoledor ahora parece que lo quieren corregir un poco, y el gobierno bajará del 21% al 4% el IVA de las publicaciones y libros digitales para igualarlo con los de formato físico. Un gesto minúsculo de cara a la galería para lavar la cara al papelón que hace el PSOE apoyando al PP. Pero lo más gordo del caso (ya que hablamos de gramos y de impuestos) es que en los Presupuestos Generales del Estado para 2017, el IVA cultural se reducirá desde el tipo actual del 21% hasta el tipo reducido del 10%. Con una única excepción: el cine, una industria que tradicionalmente se ha mostrado extraordinariamente beligerante con el PP en todas sus manifestaciones públicas. El ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, puede dar por seguro que en la próxima gala de los premios Goya le tocará de nuevo aguantar el chaparrón de críticas. Cabe preguntarse por qué castigan solo al cine al seguir aplicándole el vergonzoso 21%. Ellos sabrán por qué lo hacen. Lo que está claro es que a esta valiente industria, la mejor embajadora del nombre de España por el mundo, no la van a callar. Y nosotros, los ciudadanos con alma, seguiremos entrando en las salas oscuras para sentir, emocionarnos, reír o llorar con las historias que nos cuentan esos equipos de profesionales estupendos que nos hacen la vida cotidiana más llevadera. Y, solo un consejo a los que desprecian el cine, la cultura: quédense a ver lo créditos al final de una película y verán la cantidad de gente a la que se le da trabajo.