Sacan los colores y no dejan lugar a dudas. Las imágenes de las 37 cámaras de la frontera de Ceuta ya están en poder de la juez, y confirman, una tras otra, la versión dada por los inmigrantes, segundos después de la tragedia de Ceuta, segundos después de perder a 15 compañeros por ahogamiento. Nadie duda ya de si pisaron o no suelo español. Es evidente que un grupo de ocho sí llegó a la playa ceutí del Tarajal. Ahí están las imágenes, y ahí están las declaraciones del delegado del Gobierno en Ceuta afirmando que todo se había producido "en zona marroquí, nunca en territorio español".

Y ahí están también las grabaciones sobre si se dispararon o no pelotas de goma contra el agua. Evidentemente, sí. Los inmigrantes llegan a esquivar esos proyectiles mientras luchan a la desesperada por mantenerse a flote, para agarrarse a la vida. El director de la Guardia Civil llegó a decir que "sería inhumano" lanzarles pelotas. Lo dijo cuando los vídeos aún no habían salido a la luz. Sí, es inhumano, y, sí, se les ha apuntado con armas de fogueo. Y, peor aún, el vídeo demuestra que los botes de humo también volaron en la zona. Botes que, ni Gobierno ni Guardia Civil, habían nombrado hasta ahora. Botes que los agentes acostumbran a usar en manifestaciones en los que hay altercados, nunca --que sepamos hasta ahora-- para impedir la entrada de inmigrantes en territorio español.

Cinco horas de grabación con "devolución en caliente" incluida. Los que llegan son expulsados de inmediato. Unos pasos hasta la puerta metálica que separa España de Marruecos, y adiós. Dada la polémica, España y Marruecos se han reunido para agilizar y legalizar esas devoluciones sin papeles de por medio. "Agilizar", palabra que no quieren ni siquiera en la sede de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado. Su temor es que, con esas expulsiones, se ignore a aquellos que vienen pidiendo asilo o huyendo de una guerra. Como en este tipo de devoluciones no se escucha a los inmigrantes, es imposible saber de qué huyen. Pero del hambre huyen seguro.

Volviendo al vídeo. Todo ocurrió en 24 minutos, y publicarlos es un ejercicio de "absoluta transparencia" para el ministro del Interior, pero han tardado dos semanas en sacarlos a la luz. Lo que sí reflejan es una tragedia: 15 muertos sobre la mesa, y ninguna dimisión. Pese a las imágenes, que desmienten una tras otra las primeras versiones oficiales, nadie se mueve a esta hora de su silla. Periodista