Este fin de semana pasado ocurrió uno de los mayores accidentes en la historia de la Fórmula 1. El piloto Romain Grosjean , del equipo Haas, se estrellaba con su monoplaza a 221 km/h contra una de las barreras de protección del circuito del Gran Premio de Bahrein. Inmediatamente seguía una explosión donde el coche se convertía en una bola de fuego. Después de 27 eternos segundos, Grosjean conseguía salir por su propio pie de ese infierno. - ¡El milagro de Bahrein!- se han apresurado a decir. ¿Milagro? No, I+D+i junto a mucho trabajo y preparación.

Grosjean fue capaz de salir con vida de semejante accidente gracias a millonarias inversiones y décadas de investigación, desarrollo e innovación que han permitido diseñar monoplazas con habitáculos capaces de resistir un impacto de 53G, trajes que resisten temperaturas de hasta 800?C durante 11 segundos y a la pericia y el entrenamiento del piloto, que entrenan ser capaces de salir del habitáculo en tan solo 8 segundos y tuvo la sangre fría para hacerlo. También fue clave la agilidad de los protocolos de respuesta establecidos por la FIA para ser capaces de evacuar al piloto en tiempo.

Este accidente probablemente ejemplifica la situación en la querríamos que se encontrase el sistema de ciencia español, con un 3% del PIB destinado a I+D+i, el objetivo de la Unión Europea. Desafortunadamente no es así. Nuestro piloto hubiera muerto en las llamas. La humanidad va a ser capaz de tener varias vacunas contra la covid-19 en menos de un año gracias a todo el trabajo previo científico existente, al cuidado y promoción de personal cualificado y a las estructuras y capacidad creada a lo largo de décadas por países que han apostado por la I+D+i. Sin embargo, poco de esto tiene el sello español.

El sistema de I+D+i español pretende competir de golpe en la Formula 1 cuando, a pesar de tener muchos Fernando Alonso en su sistema científico, hasta ahora solo se ha corrido en karts; como el padre que lleva al hijo a la carrera del fin de semana. Por mucho dinero que se inyecte ahora no disponía de la experiencia, de la infraestructura ni del equipo humano cualificado necesario para llevar a cabo dicha empresa en tan corto periodo de tiempo. Y a pesar de que se ha anunciado recientemente un incremento del 60% en los nuevos presupuestos para I+D+i, en valores absolutos no llega ni a niveles del 2009, se queda por debajo del 2% del PIB y de la media europea del 2.18% y del objetivo del 3%. Todo esto encima empeorado con la descomunal traba administrativa y burocrática que a día de hoy ahoga al sistema de I+D+i español, y no permite ejecutar ni la mitad del presupuesto disponible, todo lo contrario que la FIA.

Necesitamos una apuesta por la Ciencia decidida de nuestros dirigentes, que trascienda colores partidistas y que perdure en el tiempo más allá de la foto y la portada del día en época de pandemia. Aragón tiene la oportunidad de ser un referente nacional al respecto. Ahora igual corremos en Fórmula 3, pero con un apoyo decidido desde la administración, tanto a nivel financiero como de formación y retención de personal cualificado, estabilidad en la carrera investigadora y creación y mantenimiento de infraestructuras estratégicas, estaremos preparados para correr en Fórmula 1 en cualquier ámbito del conocimiento. Para no morir en las llamas, 3% del PIB para I+D+i.