Desde hace prácticamente un año, nada es como era. La jornada reivindicativa del 8-M también distará de las expresiones de las últimas convocatorias. En el recuerdo quedan las multitudinarias movilizaciones del 2018, una huelga feminista contra la desigualdad, la violencia machista y las distintas formas de opresión contra las mujeres. Hoy, el planeta está golpeado por la pandemia. Las expresiones del Día Internacional de la Mujer se verán sujetas a los protocolos covid, pero sus limitaciones no acallarán una reivindicación más necesaria que nunca.

Tras años de lucha y de logros en el terreno de la igualdad, la pandemia ha supuesto un paso atrás en algunos aspectos especialmente relevantes.

Además, el grueso de las restricciones ha afectado a sectores especialmente feminizados, como la restauración y el comercio. Según datos de Eurostat, España fue el país que sufrió en 2020 el mayor aumento de la tasa de desempleo femenino hasta situarse en el 18,4%, lo que coloca al país en el segundo con más paro de toda la Unión Europea.

Las actividades domésticas y las labores de cuidados siguen suspendiendo en igualdad. El número de mujeres que asume diariamente su carga duplica al de los hombres. El teletrabajo forzado por la pandemia ha permitido salvar muchos puestos laborales, pero no ha conseguido cubrir las expectativas en cuanto conciliación.

La violencia no cesa. El año 2020 acabó con el asesinato de 45 mujeres por violencia machista. Cada día en España, se denuncian entre tres y cuatro violaciones y las agresiones grupales siguen haciendo saltar todas las alarmas. A pesar de la realidad de los datos, el negacionismo de la ultraderecha encuentra cada vez más presencia institucional. El peligro es obvio. No solo es una amenaza para las políticas de igualdad, sino que su discurso añade confusión el debate y rearma el machismo, también entre los más jóvenes.

A pesar de la aspereza de estos meses de pandemia, hay aspectos para la esperanza. Es relevante la mayor presencia de mujeres en la cultura, el deporte y los órganos de poder.

Hay una infinidad de motivos para una nueva jornada de reivindicación. No solo para seguir profundizando en la igualdad, sino para trabajar por un futuro mejor. En un momento de grave crisis económica y sanitaria como la que atravesamos, la agenda feminista da sobradas fórmulas para salir mejores del desafío. Los cuidados y la solidaridad forman parte intrínseca del movimiento, el 8-M traza un buen camino a seguir el resto del año.