Mediado el año 1921, el general Manuel Fernández Silvestre (gobernador de Melilla) animado por el rey Alfonso XIII, llevaba a cabo una temeraria operación militar consistente en atravesar con sus tropas el agreste e indómito Rif marroquí hasta la bahía de Alhucemas, con el objetivo de unificar el territorio del Protectorado español de Marruecos. Sin embargo, llegado el 21 de julio, los rifeños acaudillados por Mohamed Abd el Krim (ex funcionario español y antiguo estudiante de la universidad de Salamanca) sorprendieron al ejército expedicionario en las proximidades de Annual, desatándose una serie de emboscadas y batallas a lo largo de más de dos semanas, las cuales se saldaron con la muerte de miles de soldados españoles, incluido el general Silvestre. Una página luctuosa en la historia de España que ha pasado a los anales con el nombre de “El desastre de Annual”.

En vista de la victoria obtenida, Abd-el Krim, pretendió la independencia del territorio marroquí (las minas de hierro del Rif podían generar la riqueza necesaria para su economía) entonces bajo control español, contando con el beneplácito (si bien no oficial, sí tácito) de potencias extranjeras como Alemania e Inglaterra, que veían en una potencial república del Rif la oportunidad de socavar la influencia de España, y especialmente de Francia en el norte de África, nación que ejercía entonces su dominio sobre Argelia, Túnez y sur de Marruecos.

De este modo, España pronto encontró un aliado en el país vecino para restablecer el status quo anterior al Desastre de Annual en el Protectorado de Marruecos, comenzando las dos naciones a especular con la idea de un desembarco de tropas en la bahía de Alhucemas. Sin embargo, el precedente de una acción similar no era nada halagüeño. Había ocurrido el 18 de marzo de 1915, cuando por iniciativa del primer Lord del Almirantazgo inglés, Winston Churchill, un combinado de fuerzas británicas, francesas, australianas y neozelandesas efectuaron un trágico desembarco frente a la ciudad turca de Galípoli. La fallida estrategia provocó que las víctimas se contaron por decenas de miles en ambos ejércitos.

No obstante, la inteligencia militar hispano-francesa estudió bien el desastre de Galípoli y supo extraer las lecciones adecuadas para evitar repetir sus errores. Así el presidente del Directorio español, el general Primo de Rivera, y el primer ministro francés, Paul Painlevé, firmaron un tratado de colaboración para que los aviones franceses sobrevolaran el Protectorado español con la finalidad de localizar las posiciones artilleras, bunkers, trincheras, carreteras y depósitos de armas de las tropas rifeñas. Una auténtica “Línea Maginot” que Abd el Krim había construido con la ayuda de asesores militares europeos.

La operación del desembarco de Alhucemas comenzó el 5 de septiembre de 1925, día en el que torpederos de la Armada conjunta hispano francesa procedieron a localizar y retirar las mimas submarinas que los rifeños habían colocado frente a la costa.

A partir de ese momento, como ocurrió en el desembarco aliado en Normandía (6 de junio de 1944) el objetivo consistía en lograr que las tropas rifeñas no conociesen con exactitud dónde se iba a producir el desembarco de los 13.000 soldados españoles, apoyados por una potente flota de acorazados, cañoneros, cruceros y torpederos, transportando numerosas y motorizadas lanchas de desembarco, cuyos sofisticados modelos anticipaban a los que utilizarían los aliados 19 años después en las playas de Normandía.

De este modo, durante los tres días anteriores a la operación, los convoyes navegaron a lo largo de toda la costa con el fin de desorientar a las posiciones de Abd el Krim, simulando desembarcos en distintos lugares. Hasta que finalmente, el general Primo de Rivera, jefe de la misión conjunta (el general Henri Pétain lo fue de la Armada francesa, mientras el general José Sanjurjo lo fue de la fuerza terrestre) emitió la orden del desembarco frente al peñón de Alhucemas. Era el 8 de septiembre de 1925. Entre las 5 y las 9 de la mañana, se produjo un intenso bombardeo de la flota sobre las posiciones rifeñas, acompañado por la acción de hidroaviones y aviones franceses Goliath, batiendo desde 2.000 metros de altura las baterías enemigas.

Tras el martilleo de los cañones, decenas de lanchas abarrotadas de soldados salieron de las bodegas de los cruceros, dirigiéndose a la costa. La playa de la Cebadilla y la punta de Morro Nuevo fueron las primeras cabezas de puente, tomadas con ayuda de escalas por las columnas al mando del coronel Saro Marín. Pronto llegarían también dos destacamentos de la legión, al mando de su coronel, Francisco Franco, y el resto de tropas, incluida una unidad de carros de combate Renault. El éxito de la misión habia sido absoluto y causado pocas bajas, atendiendo a la magnitud de la operación.

El desembarco de Alhucemas supuso la pacificación de Marruecos, continuando España ejerciendo el Protectorado en el norte del territorio hasta la independencia del país, alcanzada el 13 de junio de 1956, fecha en que Muley Hassam (Hassam II) llegaba a Madrid para la firma del tratado.

En cuanto a Abd el Krim, acabó -paradójicamente- rindiéndose a los franceses en 1926 para evitar ser juzgado por España. Fue deportado por las autoridades galas a la isla Reunión, de donde logró huir, trasladándose a Egipto. Falleció en El Cairo, más que octogenario, el 6 de febrero de 1963.