La futura autovía de Nueno a Jaca abrió ayer un nuevo tramo de casi tres kilómetros integrado en la variante de Sabiñánigo, una obra en la que se han invertido casi 23 millones de euros. Forma parte de las conexiones que Fomento está impulsando para convertir la autovía A-23 en una trazado que permita facilitar el recorrido entre Huesca y la capital de la Jacetania y que ha sufrido innumerables retrasos desde que se proyectó, más si cabe, con los últimos recortes. Con todo, hay que considerar las dificultades técnicas que entrañan unas obras que deben sortear múltiples accidentes geográficos, lo que inevitablemente encarece su ejecución y amplía los plazos habituales. El montante de las adjudicaciones de los distintos tramos respecto a los kilómetros de obra pública que se ejecutan da idea de esas dificultades. No obstante, el ministerio debe involucrarse en impulsar los trabajos toda vez que el eje carretero afectado es vital para el desarrollo de las comarcas altoaragonesas, desde el tráfico de mercancías hacia el norte y oeste hasta el más voluminoso relacionado con el turismo, en todas las estaciones del año.