Casi un tercio de la plantilla del Real Zaragoza está compuesta por canteranos, algo prácticamente inaudito en la historia moderna del club. Cierto es que algunos de ellos, como Raí o Zalaya, no han tenido protagonismo más allá de entrenamientos o la puntual inclusión en una lista de convocados. Otro, Lasure, tampoco se ha estrenado en Liga, por culpa de una lesión que le mantuvo varias semanas alejado de los terrenos de juego. Pero el resto cuenta. Y no poco.

Hasta cuatro de ellos, Delmás, Zapater, Pombo y Guti, coincidieron en el campo ante Osasuna. Solo dos, Pombo y Zapater, comenzaron la Liga como titulares, aunque únicamente el ejeano es indiscutible. De momento. El capitán aporta veteranía, galones, sacrificio, orgullo y pasión. Y eso encandila a La Romareda, que lo adora y venera.

Zapater es un referente en el vestuario. Por supuesto, también para los otros tres canteranos con presencia habitual, aunque uno de ellos, Pombo, ha rebajado notablemente tanto su condición como sus prestaciones respecto al comienzo de temporada, lo que le ha hecho caerse de la titularidad y de las convocatorias. Que nadie busque cosas raras. No existe ningún enfrentamiento abierto con el entrenador. No hasta ahora, al menos. Pombo se ganó el sitio en una pretemporada para enmarcar y ahora lo ha perdido. Simplemente fútbol. Tuvo su oportunidad en la media hora que Natxo volvió a concederle ante Osasuna, pero la desaprovechó a base de precipitación y malas decisiones.

Queda claro, pues, que jugar en este Zaragoza está caro. Nada que ver con la pasada temporada. Bien lo sabe Benito, que frunce el ceño en la recta final de la recuperación de su lesión -se le espera en Copa ante el Valencia- ante el recital de solvencia de Delmás. Cuentan los que le conocen que Julián juega como es. Un tipo despreocupado, fresco, frío y osado. Desde luego, su fútbol muestra todo eso y mucho más, hasta el punto de cubrir a la perfección la ausencia de uno de los mejores laterales derechos de la categoría. No se le recuerdan errores, aporta arriba y abajo, derrocha una gran capacidad táctica y ha mejorado notablemente un físico que ya no le da problemas para acabar los partidos. Delmás es un diamante en bruto, un jugador con mayúsculas que ha tirado abajo la puerta del primer equipo. Futbolista.

Como Guti, otro que rompe moldes. Natxo quedó prendado de él en pretemporada y lo sigue estando. Y el chico responde como mandan los cánones: con fútbol. Su polivalencia es agua bendita. Tiene hambre y sabe que está ante la oportunidad de su vida. Olvídense de verlo con el filial. Se cambia ya en el vestuario del primer equipo. No lo soltará Natxo, que ya le ha concedido la titularidad en alguna ocasión y que volverá a hacerlo.

Decía Pardeza en época de vacas gordas, que la cantera sucedería pronto a la cartera. Que tan solo era cuestión de tiempo. Pero el entonces director deportivo zaragocista se quedó solo en la advertencia. La Ciudad Deportiva pasó de mano en mano hasta convertirse en un escenario descuidado y molesto. Pero siempre hubo quien, cada noche, cuando todo estaba oscuro, se repetía aquellas palabras de Pardeza que hoy adquieren una especial relevancia. Irrumpió Ander. Luego Vallejo y Rico. Todos se vendieron por fuerza. Ahora, el Zaragoza vuelve, al fin, a hacer soñar a su gente y luce patrimonio. Hay luz en casa