Orden. Lo que se lleva estos días es el orden. No me entiendan mal: no hablo del orden que quiere imponer ese partido que pretende que todo vuelva a ser «como Dios manda». Me refiero al orden que Marie Kondo, una señora japonesa diminuta y zen, ha puesto de moda estos días gracias a una serie de televisión. Solo he visto un capítulo, porque esa serie no es para mí. Como trabajo en el medio, entiendo el factor espectáculo cuando se realiza un programa para la tele. Pero la casa que mostraban en el capítulo que vi era para entrar con un lanzallamas. Además, la propia Marie Kondo es una señora tirando a cargante, que se arrodilla para acariciar el suelo, sonríe mucho a todo el mundo y palmotea como si tuviera dos años cuando entra en una habitación que necesita, más que un poco de orden, un desescombro. El método Marie Kondo, además, tiene un aspecto que hizo que la señora me cayera mal de inmediato: solo permite treinta libros en toda la casa. Estrictamente, los que te han hecho feliz. Muy poco has tenido que leer si solo hay treinta libros que te hayan traído la felicidad en tu vida, pienso yo. Porque señora Marie Kondo: lo de los libros no se negocia. En mi casa hay libros por todas partes, y todos me han dado alguna satisfacción. Es más, a mí me hace muy feliz ver las paredes cubiertas de libros de todos los tamaños y colores. Y pilas en el suelo, y los «por leer» acumulados en la mesilla. Así que contra las Marie Kondo que quieren ordenar nuestros pensamientos (igual que ese partido que no quiero nombrar) recomiendo libros, libros y más libros. H *Periodista