El mantenimiento de la trayectoria escolar hasta completar, al menos, la educación obligatoria en una sociedad es sinónimo de preparación vital ante futuros retos, tanto profesionales como humanos. Por eso el abandono escolar temprano es uno de esos termómetros sociales que permiten detectar entre los más jóvenes su disposición hacia el aprendizaje reglado. El Ministerio de Educación acaba de dar una buena noticia a la comunidad: el abandono escolar en Aragón se reduce por encima de la media y se sitúa en el 15,5%, mientras el promedio de España se fija en el 18%. Cumple así la comunidad prácticamente el reto marcado por la UE (15%) para el 2020. Pero con ser importante este objetivo, destaca especialmente que los datos son los mejores de la última década y que los porcentajes se han reducido en cuatro puntos en la presente legislatura. En 2015, las tasas de abandono escolar eran del 19,5%. La consejera de Educación, Mayte Pérez, atribuye a la escolarización anticipada parte de la mejora detectada y se muestra satisfecha «pero no complaciente». No podría estarlo mientras parte de los escolares se quedan por el camino de la educación mínima y comunidades como Cantabria y País Vasco alcanzan cifras del 9,8% y 6,9, respectivamente. Hay margen de mejora, sin duda, y Educación debe aportar los recursos económicos y pedagógicos necesarios para ello. El futuro de una sociedad está en su preparación.