Dónde habrán ido los abrazos que no se han dado, los besos que no han posado, el tiempo congelado, imágenes perdidas en este tiempo que ahora vuelven con otros significados anhelantes como El abrazo(1976) del artista Juan Genovés (1930-2020). Nada es igual pero, cuando la forma se convierte en símbolo se instala para quedarse con analogías propias. Genovés lo sentía como el final de la lucha hacia la reconciliación, por lo que la gente lo hizo suyo. Una representación que hoy vuelve a tener un nuevo sentido dentro de un inquietante destino bastante incierto.

Genovés se ha ido, como se va la vida por causas naturales. Tuve la suerte de conocerlo, en los años 80, en Zaragoza y en Madrid junto a Salvador Victoria, en un congreso de artistas, recuerdo entre ponencias la charla reivindicativa con cerveza en una terraza al sol. Fue un hombre comprometido, militante del Partido Comunista en los años 70. Su cordial personalidad, su ímpetu activista y positivo permanecerá como sus obras, en imágenes y sensaciones. Esta generación con el paso del tiempo se va perdiendo, una generación de ideas claras, de libertades trabajadas, de currantes infatigables, supervivientes en el arte y en la cultura, resistentes ante mareas sin perder el rumbo por hacer valer los derechos fundamentales y las libertades democráticas.

El icónico abrazo permanece ahora expuesto en una de las salas del Congreso de los Diputados, así lo quiso el artista valenciano, deseaba, a pesar de su descontento con la política actual, que estuviera en este histórico edificio de manera permanente mejor que en un museo. Y ojalá esté bien visible para posicionarse como Pepito Grillo en la conciencia de Pinocho, para que no se olvide lo que significa la concordia, el entendimiento y, sobre todo, el esfuerzo para conseguir el bien común; es lo que significó la Transición cuando la clase política quiso mirar, unánimemente, hacia el progreso de la Nación. Uno de los periodos más importantes en cuanto al avance democrático de nuestra historia y que quizá ahora deberíamos de retomar realizando un proceso de reset para limpiar la contaminación y las malas prácticas.

A pesar de todo lo que está aconteciendo, hay algo que permanece y que nos ayuda a mantener un vínculo de expresión de los sentimientos, y es el poder del entendimiento a través del arte, un lenguaje potente, universal e irreductible.

Estos días aciagos, la música está siendo uno de los recursos para sobrellevar la apatía, el temor, la inquietud, la inseguridad, para paliar las escenas de numerosas personas haciendo fila para coger la bolsa de comida. Todo son filas, nos miramos a los ojos con la voz tapada. «En la calle se oyen demasiados llantos». Mientras, algunos dicen que «nadie es culpable de nada». «Tiempo de ladrones, de cerrar las persianas». «De lo que me digas nada de nada». Mañana será otra cosa, en una hora cambia lo pactado. La policía dando vueltas para guardar las distancias. «Todo está muy claro, quién está perdiendo y quien está ganando». «Dime si sonrío con la gravedad adecuada», dice Fito y yo le acompaño a ritmo de rock.

*Pintora y profesora