Los europeos no respondieron ayer a los llamamientos para participar en las elecciones al Parlamento de la nueva Unión de 25 estados. La abstención ha sido la más alta de la historia: más de la mitad de los electores se quedaron en casa. Y ha sido aún superior en los 10 nuevos miembros incorporados en un proceso de ampliación con más incógnitas que ilusión.

UNA EUROPA DE LOS ESTADOS. En algunos países, la abstención ha coincidido con el crecimiento de movimientos populistas y antieuropeos. Pero, en el conjunto de la UE, la baja participación responde más bien al actual estado de la Unión y a la incapacidad de gobiernos y partidos de crear en los ciudadanos un sentido de ciudadanía europea. A pesar de que el Parlamento del 13-J vaya a incorporar nuevas competencias, los europeos no se han convencido de que la UE avance hacia una democracia en la que las iniciativas y el voto de sus ciudadanos cuenten. Difícilmente podrían hacerlo cuando la Unión sigue encallada en la negociación intergubernamental: por ejemplo, la Constitución, aún no cerrada, no depende del nuevo Parlamento, sino de las inminentes negociaciones de los jefes de Estado y de Gobierno.

BIPARTIDISMO REFORZADO. En España, la abstención tiene además un significado especial. Quizá haya influido el cansancio tras un largo ciclo electoral, pero los votantes han castigado también a los partidos por una campaña inadecuada, marcada por descalificaciones desabridas. Con una participación del 46%, la única conclusión política es que no puede haber conclusión firme. Pero mientras en la práctica totalidad de los países europeos los electores aprovecharon la cita para propinar un voto de castigo al partido gobernante, en España el PSOE ha reafirmado su victoria electoral del 14-M, en un duelo claramente polarizado. Por su parte, el PP recibió de su electorado un apoyo menos notable del esperado, que le permite evitar una crisis interna, pero ya no seguir cuestionando la legitimidad del actual Gobierno.

LAS OPCIONES ARAGONESAS. En Aragón, como en el resto de España, el nivel de abstención hace difícil extraer todas las consecuencias de los resultados. Pero hay dos hechos significativos. Por un lado, que el PSOE sigue muy por encima del PP, con una diferencia mayor que en el resto del Estado. Y por otro, el fuerte bajón de voto experimentado por CHA y PAR. Mientras los primeros disminuyen notablemente su porcentaje de apoyos respecto a los últimos comicios --quizás por la desmovilización de su electorado, quizás por sus compañeros de coalición--, los segundos tocan suelo con un pírrico 2,93% de los votos.