Mientras el presidente del Gobierno se pavonea en el G-20 con los magros resultados de sus reformas bajo el brazo, la misma CE que impuso hace cuatro años los ajustes salariales que aún sufrimos es quien le enmienda la plana, por las profundas diferencias salariales producidas en los contratos temporales respecto de los fijos y el empeoramiento de las condiciones laborales de lo que ya se denomina como "el precariado" Claro que la solución que dan, no pasa por recuperar el contrato indefinido , incentivar los salarios o reconocer los perjuicios de la devaluación interna, sino por una nueva reforma que acabe con la dualidad y garantice la misma cobertura a fijos que a temporales; es decir homogeneizar el mercado de trabajo a las condiciones laborales del contrato temporal.

Es difícil compartir tal optimismo (el 1,3% de la población según el CIS) cuando la brecha de la desigualdad y marginación aumenta; cuando hay más de medio millón de trabajadores obligados a trabajar sin cobrar porque sus empresarios no les pagan, por diferentes razones, pero llevan meses sin ingresos, sin cotizar a la Seguridad Social, sin consolidar el derecho al desempleo por los meses impagados, sin salario y sin poder dejar el empleo para no perder derechos o indemnización. Prisioneros entre seguir en la empresa para no tener un despido procedente por abandono del puesto de trabajo, levantándose para trabajar sin cobrar o buscar el vacío como solución: cuando conoces alguna de estas personas y constatas su deterioro, sufrimiento y empobrecimiento de un día para otro, te percatas de la fragilidad e inseguridad en que vivimos del egoísmo de los más fuertes y de cómo la justicia sigue estando con los mismos. ¿Dónde queda el papel de las inspecciones, de la clarificación rápida de las responsabilidades jurídicas y penales, de la rapidez de pago del Fogasa, de los cambios en la Ley concursal para proteger a los trabajadores y agilizar el procedimiento?

La hipocresía de vender humo dentro y fuera del país choca con la realidad del día a día, ahora con la existencia de más de diez millones de horas extraordinarias de trabajo ilegales que rebasan ampliamente los límites de no hacer más de ochenta horas extras al año según el art. 35 punto 2 del Estatuto de los Trabajadores; horas, que además de no pagarse en gran parte, (más del 55% no se cobran) devalúan la calidad del trabajo y reducen los salarios, repercutiendo además en la merma de ingresos a la Seguridad Social (2.400 millones) y en la creación de empleo. Dicen los expertos que trasladando esta enorme bolsa al empleo, se podrían crear 300.000 nuevos puestos de trabajo. Claro que para ello se precisan orientaciones claras a la inspección de trabajo para perseguir el fraude, cambiar las recientes modificaciones permisivas de los contratos a tiempo parcial y aplicar sanciones disuasorias contundentes a las empresas que habitualmente realizan estas prácticas: si el ejemplo es la sanción con 6.000 euros a la primera entidad financiera de nuestro país por realizar miles de horas extras por encima de las permitidas, poco podremos cambiar.

Cuando la Agencia Tributaria pone de manifiesto que la crisis ha creado una nueva generación salarial mucho más precaria que los "mileuristas", con la aparición de casi seis millones de personas recibiendo un salario inferior al salario mínimo intersectorial (645 euros por 14 pagas),comprendes el autentico discurso de este gobierno, "salimos de la crisis, empieza la miseria".

Son muchos los economistas, empresarios, responsables institucionales, intelectuales, y juristas españoles que imbuidos por esa agenda neoliberal que tanto gusta al Gobierno, piensan como la CE que las soluciones a los problemas del desempleo pasan por devaluar más los derechos laborales y romper los equilibrios de poder en las empresas, porque solo así se puede crear este empleo con crecimientos del PIB en torno al 1% .

Esta carrera por pisotear derechos y generar abusos, nos lleva al descrédito institucional de la democracia representativa .El ascenso de Podemos nace de esa crisis y de no respetar los principios básicos de justicia en el reparto de sacrificios; salvan a las entidades financieras pero dejan caer a las familias sin recursos, rompen las normas de justicia y representatividad de cualquier sociedad civilizada y vuelan la cohesión social, hablan de regenerar el sistema los mismos que se aprovechan de él. Cuando desde la calle hasta las encuestas se repite el rechazo ciudadano a estas políticas sin encontrar más respuesta que el frontón de la mayoría absoluta del PP, los sentimientos y anhelos afectados se canalizarán cada día más a través de opciones alternativas; aunque no tengan la solución a sus problemas, sí recogen la ira de su impotencia y la ilusión de sus necesidades.