La conquista de los derechos de las mujeres tiene una larga historia y esta semana hemos conmemorado otra vez la lucha del género femenino que transformó el mundo. Pero desde el año pasado, nada será igual ya en esta batalla por la igualdad. Es cierto que ha sido una carrera muy larga en todo el mundo, que se inició en el siglo XIX y que ha permitido lograr avances para las mujeres como el derecho al voto, a la propiedad, al acceso a la educación, al trabajo y asistencia sanitaria, a reconocer que esferas de la vida privada tienen una dimensión pública y que la violencia en el hogar debe ser eliminada y sancionada. Pero aún hace falta mucho más. Dicen los expertos que bajo las condiciones en las que vivimos actualmente, tomaría al menos cien años más para eliminar las disparidades entre hombre y mujer a nivel global. Es por eso por lo que hacen falta muchas acciones políticas y mucha lucha en la calle de todos los colectivos para pegar un acelerón, como el que estamos dando en nuestro país y que no debe tener ningún retroceso por mucho que haya políticos nuevos (y alguno antiguo) que pretenda dar marcha atrás. Esto es una causa transversal que solo puede seguir hacia adelante.

El acelerón en España es importante. Solo hay que recordar que hasta la muerte del dictador, en 1975, las mujeres casadas no podían trabajar, cobrar un salario, sacar un pasaporte, un carnet de conducir, o abrir una cuenta corriente en un banco sin permiso de sus maridos, que una mujer no casada era tratada como menor de edad y no podía abandonar la casa familiar sin consentimiento de su padre o que las casadas estaban obligadas a seguir la condición de su marido en cuanto a vecindad civil o nacionalidad. Por eso no puede haber ninguna involución y hay opciones políticas en nuestro país que se van a presentar a las próximas elecciones generales, europeas, autonómicas y municipales con un argumentario que solo marca un retroceso para la mujer. Es, pues, una decisión de todos.

Y lo que debemos hacer es avanzar en estos movimientos sociales y políticos. Porque el feminismo puede decirse ya que es el movimiento político más importante del siglo y debe continuar con una acción colectiva y rápida. Por eso no caben luchas ideológicas como las que hemos visto con ocasión del pasado 8-M. El feminismo no debe ser integrista ni radical. El feminismo está politizado porque es política, pero el objetivo final solo es uno: la igualdad.

Quizás siempre ha tenido que ver más con el progresismo porque además en nuestro país hemos ido avanzando en defensa de las mujeres desde el fin de la dictadura. Normal, pues, que sea más progresista. Pero eso no quiere decir que en organizaciones de la izquierda siempre haya habido componentes feministas. Lo que no es de recibo es que muchos ultraconservadores se resistan a defender el feminismo como una lucha por la igualdad y lo confundan con el machismo, que es lo contrario. Y tampoco hay que olvidar que partidos como el PP no siempre defienden el feminismo, y no porque no participaran en este 8-M, sino porque los populares intentaron bloquear hace unos años en el Tribunal Constitucional la ley de igualdad que aprobó un Gobierno socialista. Para superar una desigualdad, que existe, quizás hay que sobreactuar en momentos concretos, pero lo que seguro que hay que hacer es actuar con rapidez y colectivamente.

Por eso, frente a quien intenta detener estos cambios sociales y políticos, la calle se revuelve. El año pasado fue el movimiento #MeToo y la sentencia de La Manada. Y en este 2019 la extrema derecha y la reacción conservadora han sido las espoletas para que muchas mujeres y hombres salieran el viernes a pedir el fin de la desigualdad. Esto nos hace acelerar y eso es lo deseable para que pronto no tengamos que celebrar ningún día de la mujer, como no existe un día del hombre.

Las nuevas generaciones de mujeres han pegado el acelerón también. Si hace 20 años las manifestaciones del 8-M eran grupos de mujeres mayores y alguna joven, ahora las que más abundan son las chicas jóvenes --y muchas estudiantes, porque también se ha introducido la lucha en institutos y universidades-- junto a grupos de aquellas que tienen más años y que se congratulan de este relevo generacional. Hay muchos motivos (más de mil) para seguir en la lucha y muchas razones para que nada de lo conseguido se frene o retroceda. A seguir.

nespada@aragon.elperiodico.com