Hay que vivir este día --si se puede-- como una final. Como a los que les gusta el Festival de Eurovisión. A mucha gente no le gusta el fútbol, ni los festivales televisivos. Tampoco hay que amargar a la afición. El fundamento de las monarquías modernas --si es que tienen alguno-- es entretener, hacer cosas raras, casarse, tener hijos simpáticos, evocar a ratos el estilo años 20, flecos de mitos, estampas de belle epoque, sacar el polvo al Rolls, echar una regata, circular en patinete. A los detractores del bodorrio hay que decirles que en estos tiempos de deslocalización y globulicie los países han de exportar imaginarios, porque los tornillos ya los hacen mucho más baratos en China. Y dificilmente encontraremos algo más imaginario que la monarquía.

Lo primero es proveerse de un buen surtido de chucherías, gominolas chinas, saladitos, aceitunas, pepinillos, gambas y aperitivismos. El que quiera y pueda disfrutar de este espectáculo ha de hacer acopio de víveres, familia, vecindario. Es un motivo como otro cualquiera para hacer una fiestuqui, un ágape informal, un poco de barullo, reactivar la vida familiar, tan dispersa como permite el zapping, los televisores y las conexiones de los ordenadores. Con tanta oferta y tanto estrés hay familias que no se han visto desde la invasión del año pasado. No vale la pena enfurruñarse por el gasto, que es una inversión publicitaria global. Más caro sale jugar en la UEFA y nadie renuncia a echar esos partidillos que traen la gloria de las retransmisiones. Más caro sale torturar e invadir, mucho más caro sale hacerse una fotico en las Azores. Este magno publievento da fulgor y oropel a los curas, que están algo apolillados ante el revival de la monserga islamita. A fin de cuentas, serán curas, pero son nuestros curas (y pocos), y también se merecen estrenar casulla de vez en cuando. Y los militares, que con cuatro tanques de desguace van por esos mundos a morir en aviones de saldo, también los militares se merecen que el heredero se case de uniforme. ¿Para qué sirven si no los F-18?

Lo mejor de la boda es que todo el mundo puede despotricar contra ella. Una vez que hemos cambiado al gobierno bombardeándolo a SMS nos hemos quedado --de momento-- sin enemigo interior, así que la monarquía, una vez más, cumple su función de rellenar huecos, dar que hablar y entretener.

*Periodista y escritor