Que el 40 de mayo climatológico se presente con temperaturas de alerta, pese al refrán del sayo, no se le puede achacar al presidente Donald Trump aunque haya enchufado la bomba de calor con su decisión de salirse de los Acuerdos de París que pretenden combatir los gases invernadero. No ayuda a refrescar el ambiente, desde luego, pero los efectos de ese tuit no son tan inmediatos. Si persiste en seguir echando humos sin control igual las futuras primaveras se descuelgan del calendario de estaciones y los calores, además de exigir más kilovatios para atemperarlos, provocarán nuevos ingresos de crónicos en Urgencias. Le debe dar lo mismo, porque los pacientes de su país, si por él fuera, pagarían hasta el oxígeno. Así que no se va a preocupar de ellos y menos de los otros de fuera. Dice que de los mineros propios y petroleros, sí.

Le va el corto plazo de la legislatura y los únicos horizontes lejanos que otea le suenan a western. Los negocios rápidos y de volumen, debe pensar, como el albarán que le ha endosado a Arabia Saudí por 100.000 millones de euros en material de bombardeo de última generación. Casualmente, tras el pedido, los países del Golfo y alguno del Nilo deciden hacerle bullying a Catar por tontear con Irán. Si nos parecía poco que las chimeneas carboníferas de Wyoming y Montana no pongan el filtro, como salte alguna chispa en la zona de las bolsas de petróleo y gas, que está empezando a hervir, los 40 grados del Valle del Ebro nos van a parecer la brisa de los fiordos noruegos.

*Periodista