Los rebrotes que se están sucediendo en la Franja que comparten las comarcas orientales de la provincia de Huesca con la de Lérida suponen un problema de salud pública de gravedad que se debe afrontar desde diversos prismas. Pero en todos ellos impera la obligación de extremar el diálogo que propicie una coordinación a tres bandas y abordarlo desde criterios sanitarios y epidemiológicos, abandonando a un lado las diferencias políticas. Es decir, tanto el Ministerio de Sanidad como los gobiernos de Aragón y Cataluña deben adoptar medidas conjuntas que aborde el aumento de casos de una forma unificada, ya que la proximidad y el alto contacto social y económico entre ambas zonas indican que el origen del brote puede ser el mismo y solo medidas comunes pueden frenar un aumento de casos que, además, podría crecer exponencialmente en los próximos días. Y después de cuatro meses La opinión del diario se expresa solo en los editoriales. Los artículos exponen posturas personales. de mucho sufrimiento y muchas medidas duras, es prioritario atajar cualquier aumento de contagios que podría poner en peligro el desconfinamiento.

Por este motivo, tanto las consejeras de Sanidad de Aragón, Sira Repollés, y de Cataluña, Alba Vergés, como el ministro de Sanidad, Salvador Illa, deben tener clara una estrategia conjunta y asumirla cuanto antes. No caben vacilaciones y mucho menos que la política enturbie una situación que es común. Ningún ciudadano perdonaría que no hubiera entendimiento y un permanente contacto para atajar el virus.

Hay muchos factores que se deben analizar. Desde el punto de vista sanitario, en Aragón no hay ningún problema de saturación ni de gravedad en los centros hospitalarios, mientras que en Lérida puede comenzar a haberlos. En este sentido, de nuevo cobra relevancia la necesidad de que los gobiernos apuesten por la sanidad pública y por reforzarla, algo que la Generalitat en los últimos años ha descuidado. Y si es necesario apoyar desde Aragón, es una medida que se puede contemplar, del mismo modo que el hospital de Lérida también sirve de apoyo y de centro de referencia para miles de aragoneses cada año.

Pero este problema no se puede circunscribir únicamente a un problema sanitario. Y es ahí donde todas las administraciones públicas han actuado con lentitud. Porque el origen del brote está en un sector, el frutícola, fundamental en esta zona, la más importante de Europa en el mercado de la fruta dulce de hueso. Requiere de numerosa mano de obra de forma temporal en verano y que se nutre de personas que llegan sin conocer su estado sanitario y que en muchos casos tienen problemas para encontrar alojamiento. Estas personas, que son víctimas de una situación injusta, deben tener las condiciones dignas de habitabilidad, y más en tiempos de pandemia mundial. Y en este caso, se ha actuado con una falta de reflejos. Ni contempló esta necesidad el decreto del Ministerio de Agricultura ni se ha actuado diligentemente desde Aragón y Cataluña, como hace dos días admitió el propio presidente de Aragón. Toca atajar este problema de raíz con un estricto control del mercado laboral en el campo y con la ayuda también a este sector desde las instituciones públicas. Pero coordinadamente y por encima de límites administrativos. Se cuestionó en ocasiones el mando único durante el estado de alarma, pero queda claro que un único mando ante un problema común, si toma decisiones acertadas puede evitar problemas. Eso, sin menoscabo de que las comunidades ejerzan sus competencias, pero de forma conjunta.