La Comisión del Agua alcanzó el pasado miércoles un principio de acuerdo para solventar el conflicto creado por el recrecimiento de Yesa. La solución tiene un cierto aire salomónico: se apuesta por la cota intermedia para no inundar Sigüés y se oferta a los afectados por la ampliación del embalse un plan de restitución supuestamente generoso y amplio. Es éste el primer paso para redefinir el incumplido Pacto del Agua mediante nuevas alternativas que resuelvan los contencioso sociales creados por las grandes obras de regulación.

Del nuevo consenso se han desmarcado representantes de los directamente afectados por el recrecimiento de Yesa y de las organizaciones ecologistas. En el ámbito político, CHA, de un lado, y el PP, de otro, han cuestionado el acuerdo.

Se establece así una nueva situación bastante más realista que la anterior, que puede permitir desbloquear o dar nuevos impulsos a las actuaciones hidráulicas en Aragón y cuya única pega puede ser la exagerada rapidez con la que se han buscado los nuevos puntos de encuentro. Estamos sin embargo ante un horizonte estratégico factible en cuya concreción todavía será necesario dar nuevas y mayores muestras de flexibilidad social y política.