Las tensiones entre el sector privado de la enseñanza y el Gobierno de Aragón se vienen contando como si de un asunto personal de Eva Almunia se tratase. Y así, se ha escrito, tras la última crisis, que la patronal había conseguido imponer sus posiciones, al no ceder --entre otras cosas-- en su negativa a dar enseñanza a los pobres en general y a los pobres inmigrantes en particular y que la única baza que le quedaba a la consejera era no transigir en el asunto de la paga extra para los supervivientes de veinticinco años a sueldo de la FERE (Federación Española de Religiosos de la Enseñanza) y otros empresarios apegados. Pues yo no lo veo así. Eva Almunia --que no ha dejado de darnos algún disgusto a cuenta de los compromisos entre su partido y los socios del gobierno, aunque no se olvide que con los franquistas del PP sería mucho peor-- es una defensora de la calidad de la enseñanza pública, que aun llena de carencias y necesidades, es superior a los sofisticados bodrios privados. Lo que se dirime en los conflictos educativos es ideológico y, por tanto, todo el mundo se tiene que posicionar. Con los buitres o con Eva. Para mí, desde luego, está claro.

*Profesor de Universidad