El domingo por la mañana puse la radio camino del monte. En Aragon Radio, la única que se escucha medianamente bien en los valles, le preguntaron al presidente de la Plataforma Contra el Oso y el Lobo si estaba a favor de su exterminio.

Decía que no, pero… Ese pero. Aludía a que la suelta de plantígrado y del lobo está terminando con la ganadería extensiva. Qué desafortunada entrevista, compañeros. Unas horillas después un cazador le cascaba un tiro a Sarousse en el precioso valle de Bardají y se la cargaba, la única osa que vivía de forma permanente en territorio aragonés.

Al día siguiente, UAGA pedía que no se criminalizase al fortuito pistolero. Su versión es la de defensa propia.

Solo la investigación en curso dictará esa sentencia. Nadie más. Mucho menos yo. Eso sí, en esa nota el sindicato dejaba caer que qué hubiera pasado si la osa se cruza con un senderista, madre del amor hermoso, lo que hubiera podido ocurrir. ¿Saben cuántos ataques de osos a humanos ha habido en Aragón en las últimas décadas? Cero pelotero.

La muerte de Sarousse no solo mata un bicho. También matará bastantes o todas las ayudas que reciben los ganaderos de la zona osera, muchos de ellos sensibilizados en compartir su espacio con este animal, gracias al trabajo de apoyo de los agentes de protección. Con ellos hablé haciendo un reportaje para este diario no hace mucho, porque parece que su opinión menos apocalíptica no importaba tanto, que la ecología es cosa de cuatro hippies de la ciudad.

La muerte de Sarousse pega un tiro a las excusas de muchos y a la escolta de administraciones locales, comarcales y autonómicas que, por rascar unos votos populistas, alentaban bandos en contra del animal pese a estar a kilometradas de distancia de su hábitat o autorizan cacerías de jabalíes, con perros que no discriminan rastros, en áreas donde se sabe hay un oso.

Porque muerta Sarousse, no se muere la rabia. Porque si la ganadería extensiva está en retroceso es por los intereses económicos, porque es más barato criarlas a miles en el llano, por la falta de infraestructuras en el monte, porque las subvenciones no llegan si no tienes tantas cabezas, porque esinviable comercializar tu queso hecho en casa como en Francia, por la usura de poner un vallado, porque no hay pastores cualificados, porque cada vez hay menos pastos, por la despoblación, por el turismo masivo, por la falta de miras, por el interés.

No por el oso. Se les acabo el chollo. A ver contra quién cargan ahora sus escopetas de bilis.