Miles de personas hicieron cola ayer ante el Congreso de los Diputados para visitar la capilla ardiente con los restos mortales de Adolfo Suárez, el político que pilotó la transición de la dictadura a la democracia, que gobernó el país durante apenas cuatro años y medio pero dejó profunda huella y que ha fallecido tras padecer alzhéimer una década. Todos los ingredientes necesarios para despertar un merecido fervor popular al que también contribuye la perspectiva de los años transcurridos y un presente tan difícil que suaviza las penas pasadas, incluso para los que vivieron la tremenda dureza del quinquenio 1975-1980. Los funerales de Estado que empezaron a prepararse ayer y que culminarán el día 31 rinden homenaje a un político singular por muchas razones. Pero las alabanzas de hoy no deben hacer olvidar el via crucis a que fue sometido Suárez durante una buena parte de su mandato, incluso por bastantes de los que hoy actúan como fariseos y lo encumbran. Los síntomas de debilidad que Suárez mostró en 1979 después de su segunda victoria en las urnas fueron aprovechados por muchos políticos --en la oposición y en las filas de UCD-- para lanzarse a su yugular, abiertamente o en la sombra. Es el precio de la política. Lo que sorprende no es que aquel acorralamiento y aquellas acusaciones descarnadas se produjeran entonces. Lo que extraña es el papel de ahora de algunos de esos personajes. Como también llama la atención la forma en que algunos políticos herederos de aquella derecha rancia que le negó el pan y la sal desde el primer momento se atribuyan ahora sin sonrojo alguno la herencia ideológica de Suárez, un político que se caracterizaba precisamente por la ductilidad de su ideología.

GENERALIZAR ELOGIOS

En cualquier caso, y por encima de esos protagonismos extemporárenos, la generalización de los elogios hacia alguien que se ha ido es lo que define a las personas civilizadas. Y como recordaba ayer el president Pujol, siempre es bueno que un país dé muestras de adhesiones multitudinarias como las que se producen estos días en España. Muy a menudo echamos en falta demostraciones populares de homenaje como las que se producían en otras épocas, según relatan las crónicas y las viejas fotografías. Bien, pues ahora asistimos a una de las que sin duda quedarán con justicia en los anales.