Las Cortes de Aragón han dado el paso que impulsó Izquierda Unida para dar salida a una reivindicación básica en una sociedad democrática que se quiere igualitaria, para dar cobertura legal a algo que existe de hecho: un montón de parejas gais cuidando a medias a sus hijos sin ningún apoyo estatal o jurídico: padres y madres que lo son de facto y no en la ley, las mujeres de madres biológicas, los maridos de padres biológicos o los novios y novias de hombres y mujeres que ya habían adoptado, o para legalizar el sueño de parejas gays que también quieren ser padres. El requisito para adoptar ha de ser el amor. Lo demás son prejuicios. Un estudio científico de la Universidad de Sevilla sobre la evolución cultural y sicológica de los hijos de parejas gays, la mayoría hijos biológicos de una de las partes, demuestra la absoluta normalidad en su crecimiento, incluso superioridad en su evolución cultural y sus expedientes académicos porque sus padres o sus madres son conscientes de los prejuicios con los que se enfrentan. Y, sobre todo, la mejor prueba, es la vida real, la que no se parece en nada a esa que se empeñan en perpetuar los trasnochados amantes del pasado y de la involución.

*Periodista