El Estado Islámico (EI), activo en Siria e Irak, es ahora mismo el mayor factor de inestabilidad en el de por sí inestable Oriente Próximo. Pero más al sur, en África, en la orilla atlántica y en la índica del continente, otros grupos no afiliados al EI, pero sí hijos de Al Qaeda amenazan la estabilidad de dos de los países más desarrollados de África: Nigeria, el primero por su PIB, y Kenia, en el undécimo lugar. El asesinato de 36 obreros de una cantera es el ataque más reciente de la milicia somalí Al Shabab, que se ha cobrado ya varios centenares de víctimas en pocos años. La banda yihadista procede de un país donde reina la inseguridad desde 1991 y ahora la exporta a la vecina Kenia como represalia por la presencia en Somalia de tropas de Nairobi formando parte de una fuerza multinacional. Al otro lado del mapa, en Nigeria, Boko Haram juega una partida parecida. Este grupo, tristemente famoso por el secuestro de decenas y decenas de niñas y jóvenes, ha causado más de 3.000 muertos solo este año. En el nombre de Alá el yihadismo es actualmente uno de los principales factores de desestabilización del continente africano.