Agostiza que algo queda. Agosto es propicio para lanzar mensajes y abrir huecos. Siempre hay sitio, avidez, hastío. Ahora, con el terrorismo/seguridad, siempre abundan las previas espantosas, expectativas horrendas, alarmas espeluznantes, que siempre cumplen, de paso, una función empresarial, imperial. Que avisan del Reino Unido que los cruceros son objetivo de los malvados. Que en la metrópoli un agente que se hacía pasar por revendedor de lanzacohetes ha interceptado a unos compradores. Es como el periodista que se hacía pasar por comprador de votos del COI. No dicen quién arrojó a la carretera los informes ultrasecretos de Heathrow. Todo el mundo tira cosas, recetas, los papeles del oro del Canfranc, planes antiterroristas... Es un fastidio archivar y guardar tantos datos. Tampoco se sabe porqué petó Google la semana pasada. Para subir a la estatua de la libertad hay que pasar los ojos por un escáner, una cosa más que contar, un aliciente tecnológico segurítico. ¡Te archivan el iris!, ¿no es genial? Aún con toda esta morralla de la guerra santa comercial y su trasiego de lanzamisiles --que a la vez es una incitación--, queda un hueco inmenso para las cosas del invierno, las cosas de siempre. Los presidentes de las nacionalidades respectivas aprovechan estos días para agostizar con sus respectivas nacionalidades. Mientras ZP, cumpliendo con el protocolo brasa, se dispone a posar vacacionalmente (cuando las vacaciones serían la invisibilidad), los periferios relanzan sus legítimas aspiraciones legítimas indicando el camino que ha de seguir Andalucía. Esto sí que es agostizar, aprovechar el agosto para recalentar el brasero. Refunfuña y agostiza Solbes sobre los presidentes de las grandes compañías privatizadas, ay, uf, oink, porque él no puede nombrar amiguetilmente, ni hacer el cuñadeo estandar. Esa parte se la adjudicó el PP en su turno y ahora no es elegante atacar ad hominem , pues se desestabiliza el sistema en vano. Todo gobierno querría hacer su Rumasa en el primer año, es como un estreno de luxe, un aquí estoy yo, pero ahora ya no se puede importunar a las empresas. Ya queda poco que privatizar, y se ve que los cuñados se impacientan. Por lo mismo, las acometidas teóricas agostizantes de las autonomías tienen mucho dinero detrás, mucho cupo y mucha inversión. Aragón guarda su silencio (de siglos).

*Escritor y periodista