El último pleno del Ayuntamiento de Zaragoza antes de las vacaciones fue una bronca política. Fue un agrio debate entre la oposición, que reclamó que vuelva la proporcionalidad a las sociedades municipales y eso supondrá que la gestión siga fluyendo, y el equipo de gobierno, que insistió por su parte en que si no se hacen cosas en el consistorio es por el bloqueo de los otros grupos. Todo esto con insultos como «fascistas, homófobos» y «caraduras». Un triste espectáculo al que parece que se está acostumbrado el salón de plenos municipal de Zaragoza. Sin embargo, se habla poco de ciudad, de lo que interesa a los zaragozanos y lo peor, nadie hace nada por remediar esta situación. Al menos aparentemente.