No ha sido un paso atrás. No colectivamente. Una multitud de mujeres ha gritado ¡basta! y una multitud de hombres ha escuchado y ha gritado con ellas. La rabia, la tristeza, el dolor y la repugnancia producidos por la sentencia de la Manada ha llenado las calles, las conversaciones y las mentes. Y ahora, millones de personas saben la verdad: el machismo es el agua sucia que lo cubre todo, lo corrompe todo.

Una injusticia antigua que aún perdura entre nosotros. Que se cuela en todos los lugares, en todos los cuerpos, hasta en las togas. Que se burla de las víctimas, que las desprecia, que las acalla.

Pero no es un paso atrás. Porque una multitud se está mirando las manos y quiere librarse de esa agua estancada. Y también mira otras manos y ya no le bastan las excusas. Hay demasiado dolor acumulado, demasiada humillación como para permitir tanta ceguera. Desde miradas de jueces que no saben interpretar lo que su propio relato expone crudamente hasta tanta sexualidad deformada por la industria del porno. Y, siempre, la utilización de la mujer anclada en la misoginia.

No ha sido un paso atrás porque somos demasiadas y demasiados los que ya no vamos a retroceder ni un centímetro. Mejor que nadie se quede anclado, porque la multitud no se detendrá. Habrán más recursos para corregir la sentencia de La manada. Hasta entonces, cada día es un día de lucha contra esa agua con peste a pantano, a letrina. Hasta que la mirada cambie.H

*Escritora