Entremos en la boda del Príncipe, la Eurocopa, etc. España ha tenido una sobredosis de sí misma y necesita relajarse un poco. Día del padre, orgía semanasantil. Tantas emociones. Doloridos, compungidos, resignados, encantados, furibundos, resabiados, según las inclinaciones de cada cual y lo que diga el Ibex 35. Yessssa. Algo de fondo hay en esta derrota fulminante: el PP, en su suave, imperceptible declinar, al final se ha pegado el batacazo en los tres minutos de descuento. Y todo no ha sido por el crescendo de ineptitud de los últimos días: algo se venía recociendo en las trastiendas del censo, un cierto runruneo que ha reventado en la agonía, la célebre gota que colma el vaso. Ese clímax del aznarato último ha condensado sus peores vicios, que son en gran parte los de las mayorías absolutas, cuando uno se cree el elegido de los dioses, y sólo era el elegido en las urnas. Al votar no se pierden los derechos para cuatro años. No se puede ir avasallando, echando trasvases aquí y allá, sin mirar el mapa ni atender al gentío doliente que, cuando sale a la calle y abandona el dvd, algo querrá. El gentío, con la de tareas atrasadas que tiene, no sale por nada.

Ahora, en cien días, no podremos meternos con el gobierno, y eso siempre limita al pobre columnista, que tiene que hablar del tiempo, del florecer de los almendros que luego siempre se hielan, de las primeras minifaldas. En estas horas bajísimas de Aznar hay que animarle y reconocerle el inmenso mérito, entre otros, de haberse puesto fecha de caducidad, como un yogur: ese detalle de las dos legislaturas quedará indefinidamente. Pero como con la Visa, ay, las facturas siempre acaban por llegar: todas juntas. Hay que recordar a Aznar en ese momento de grandeur, y no en la barbacoa con Bush. El PP tiene un suelo inmenso, en parte compartido con el PSOE. A ver si Zapatero puede parar la yihad, el surtido de guerras santas que se ciernen sobre el horizonte de bodas y fútbol. Lo que ha apuntillado al aznarato es no haber ganado un Mundial. Ahora un respiro protocolario, que para eso está la Casa Real, para lixiviar estas solemnidades de plomo: la Copa del Rey, la boda del Príncipe... Que pase el verano. Aún hay tiempo de conectar Teruel con Madrid por AVE. Aún se pueden devolver los tubos del trasvase. O usarlos para el metro.

*Periodista y escritor