Las declaraciones del candidato de Cs a la presidencia del Gobierno de Aragón, Daniel Pérez, dan a entender que su partido no está interesado en ningún arreglo con el PSOE y el PAR para configurar un futuro Ejecutivo autónomo con fuerte respaldo y un claro componente centrista. La opción conservadora, el cuatripartito de derechas, le parece más probable... salvo que el PAR no colabore o las exigencias de Vox creen problemas insalvables. En cualquier caso, a nadie se le oculta que Ciudadanos actuará aquí de acuerdo con las tácticas y estrategias a escala nacional que señale la dirección central del partido.

No le sería fácil a Cs girar ahora hacia una política de pactos de geometría variable, que alternase a PP y PSOE en función de la situación en cada territorio y de la posibilidad de obtener las mejores ofertas. El compromiso y la identificación de Rivera y los suyos (incluidos los candidatos aragoneses) con opciones propias de la derecha dura, así como sus argumentarios antisanchistas, complican mucho el más mínimo giro hacia un centro flexible en línea con los partidos liberales europeos.

Sin embargo Cs se está condenando a perder toda posibilidad de tener la hegemonía clara en el gobierno de alguna institución importante. En Aragón y en el resto de España habrá de conformarse con una posición subordinada al PP. Así le será imposible convertirse en referente.