Vivimos unos momentos políticos vertiginosos. La irrupción de Podemos ha desbaratado el mapa político, generando ilusión en muchas capas de la población y provocando un proceso de politización en sectores que, hasta el momento, habían mirado la política con resquemor. Los resultados de las pasadas europeas supusieron un fuerte aldabonazo, que, encuesta tras encuesta, se hace más estruendoso. Podemos se ha convertido en el centro del debate político y genera entre mucha gente grandes expectativas.

Pero ahí no acaba la historia. En Barcelona, casi toda la izquierda política y social ha decidido constituir, alrededor de la figura de Ada Colau, una iniciativa que, bajo el nombre de Guanyem Barcelona (para los que no sepan lapao, Ganemos Barcelona), se presentará a las elecciones municipales con el objetivo de alcanzar una mayoría suficiente para gobernar. La iniciativa se ha extendido como un reguero de pólvora por todo el país, ya hay varios Ganemos en diferentes capitales de provincia. En Aragón, se ha constituido un Ganemos en Zaragoza, en Teruel y en Alcañiz, al menos.

Me consta el entusiasmo que está despertando en mucha gente el Ganemos Zaragoza. Ya se han celebrado diferentes reuniones y constituido grupos de trabajo para llevar a buen fin el proyecto. Y como suele ocurrir en los últimos tiempos, en la iniciativa trabajan codo con codo gentes de los más diversos colectivos sociales, gente con afiliación política o sindical y gente que no pertenece a ningún colectivo. Pero todas y todos con un mismo deseo: cambiar la realidad, provocar un vuelco en el mapa político que dé voz a la gente de la calle, a los de abajo.

CREO no engañarme al apuntar que lo que caracteriza a iniciativas como Podemos o Ganemos es el deseo de la gente de hablar con su propia voz, sin intermediarios ni representantes, lo que supone un politización en toda regla de personas que, en muchos casos, nunca habían participado en política. La desconfianza hacia la política tradicional procede, en buena parte, de la desvinculación de los presuntos representantes de sus representados. Por desgracia, los políticos sistémicos consideran su elección como un cheque en blanco que les libera de todo compromiso. No hay forma más eficaz de prostituir la política, como nos vienen mostrando desde hace décadas los partidos mayoritarios. Por ello, mucha gente ha decidido involucrarse en procesos en los que se sienten protagonistas.

Quienes llevamos años impulsando procesos de convergencia, no podemos disimular nuestro entusiasmo por lo que está aconteciendo. La sociedad se quiere tan protagonista que cada día surgen nuevas iniciativas que pueden dejar obsoletas las anteriores. Qué lejos queda ya aquella alianza entre CHA e IU que algunos tanto celebramos. Fue un primer paso, valiosísimo, sorprendente también en su momento. Pero ahora, visto en la distancia, se antoja insuficiente para la actual coyuntura. Las cosas han cambiado una barbaridad y nuevas experiencias piden paso.

PERO EL entusiasmo también se conjuga con una cierta inquietud, en la medida en que hay que ver cómo concertar todo lo que se mueve actualmente. Una iniciativa como la de Ganemos tiene sentido cuanto mayor espectro político represente. Por decirlo de otro modo, cuanta menos competencia electoral tenga. Si Ganemos compite con Podemos, IU, CHA, carecerá por completo de sentido. Y será un desastre para los intereses de quienes estamos empeñados en un verdadero cambio social. Entiendo que el objetivo para el que debe trabajarse es para una propuesta en la que, como en el caso de Barcelona, se sientan incluidos el mayor número de actores políticos.

Es el momento de ganar. Cualquier movimiento que se haga debe hacerse en esa dirección. Ya no nos vale con unos buenos resultados, con un amplio puñado de concejales o diputadas. Es mucho lo que está en juego. Así que, ahora, ganemos, que unidos y chuntos, podemos.

Profesor de Filosofía, Universidad de Zaragoza.