"La preparación de los Juegos de Río es la peor que he visto jamás en los casi 40 años que llevo de olimpismo". Estas contundentes declaraciones del vicepresidente del Comité Olímpico Internacional, John Coates, dispararon en abril todas las alarmas sobre el retraso con que avanzaban las grandes infraestructuras de los JJOO que se han de celebrar en la ciudad brasileña dentro de dos años. Tras superar el gran desafío del Mundial de fútbol con muchos apuros, el gigante brasileño vuelve a colocarse en el ojo del huracán internacional enfrentándose al reto olímpico rodeado de muchas incertidumbres. De los 52 proyectos deportivos, solo 24 cumplen los plazos. Pero ya no hay vuelta atrás. Sobre el Mundial también se cernieron negros presagios que luego fueron superados in extremis. La sexta economía mundial debe de realizar en Río un esprint final para demostrar su potencialidad, junto al impulso de una sociedad que se volcará con 70.000 voluntarios. Brasil necesita poner las máquinas del esfuerzo colectivo a plena ebullición para salvar los obstáculos que tiene ante sí.