Tardes doloridas de luz. Salen los loros de la orilla de la Expo y verdean el futuro centro aragonés del deporte. Todo es a futuro, pero se va haciendo. Las cacatúas han venido a acompañar a nuestros queridos emigrantes, inmigrantes, nuevos vecinos, como quieren llamarse. A una vecinica mía de Gambia, cuando le preguntan de dónde es, dice: de Lérida. Los loros tropicales dan unos atardeceres mágicos por los tesos de Juslibol y las curvas caprichosas de ese río que ya lo vemos un poco azul, como en los cromos de la Expo. Se podría hacer un álbum de cromos de los proyectos que más o menos van avanzando y retrocediendo en Aragón. Vida y color. Podría salir el Canfranc y de ahí hasta la punta del Rincón de Ademuz. Y las casas de Gambia donde esperan las familias interminables de nuestros vecinos, que ya son un poco nuestras porque nos piensan en esa distancia, sus parientes ya un poco maños, ecuatomaños, rumanoscenses, turolgambianos, les cuentan de nosotros y nuestras aficiones, nuestros trajes que a veces también son de colores, y nuestras obras siempre a medio hacer, pero ahora más a medio hacer que nunca.

Se han acabado las fiestas y las mujeres salen a media tarde más lozanas que nunca. Ha vuelto el calor, llueve un poco, pasa un huracán pequeño por el centro, se espantan los loros de garciamárquez. La calma de niños sienta bien a las madres, la escuela, ese salir a poner al día la libreta. Lo que dice José Luis Melero de la jota en el semanario Qriterio Aragonés. Lo que va a decir Javier Barreiro en su inminente Voces de Aragón, de la Biblioteca Aragonesa de Cultura --Eloy Fernández Clemente se va a dar conferencias a Portugal--, la próxima novela de Manuel Vilas, Magia, que lleva en la portada un ácido de Ignacio Fortún. Se han acabado las fiestas pero siguen las ferias, bajan los precios y sube el verano a la misma velocidad que el crudo. Hoy se encienden las calefacciones en muchos edificios, pero habría que reabrir las piscinas. Hay que investigar si las fiestas en octubre rebajan la nota media escolar y universitaria de la City.

A lo mejor las fiestas tardías suben el rendimiento: después de dar unas vueltas en la noria se refrigeran los circuitos. Qué contentos tienen que estar en las Five Villas con ese pedazo jugador que es Zapater. Todo esto ha de ir al álbum de cromos.

*Escritor y periodista