Pese a estar en fiestas y haber asumido deportivamente las incómodas pitadas sufridas en dos días, el alcalde Santisteve debe estar preocupado. La relación de muchos zaragozanos con su primera autoridad está tensa y mucho va a tener que trabajar él y su equipo para recuperar la confianza de buena parte de sus convecinos. Es verdad que el paso del tiempo cura muchas heridas, pero la situación nacional no solo no le beneficia sino que incomoda aún más.