En La Coruña (Galicia), existe un pueblo de nombre Toques, más que llamativo y propenso a bromas mil, si no fuera por el respeto que merece la dignidad de unos ciudadanos más que probos. Jesús Ares, su alcalde y excepción junto con unos cuantos incondicionales, se ha empeñado en dar la nota. No contento con haber sido condenado tras acosar sexualmente a una menor, y aduciendo que la sentencia todavía no es firme (luego, vamos a hablar de presunciones...) ahora acaba de convertirse en pandillero mayor de una reducida mesnada de gamberros que desde el insulto y la fuerza bruta han tratado de acallar violentamente a los medios de comunicación por cumplir con su obligación de informar. Lo de menos es que tal individuo pertenezca al PP y que el mismísimo Manuel Fraga (la edad es un atenuante) haya ejercido de valedor. Lo que cuenta es que una sentencia --y mientras no se demuestre lo contrario va a misa-- ha puesto de relieve la sórdida catadura moral de este individuo, y las miserias de la formación política a la que pertenece, que debería de haberle expulsado desde el momento preciso en que fue condenado por tan deleznables hechos.

*Profesor de Universidad