El mago titular de ese gran truco que es el espectáculo del procès, Carles Puigdemont, ha anunciado que las urnas aparecerán, como por arte de magia, el 1 de octubre, llenas, asimismo por encantamiento, de votos independentistas. Al ser invisibles a la óptica constitucional, dichos recipientes telúricos, las urnas, deberán forzosamente acogerse a la mirada ilusoria del birlibirloque y sus espejos. El nuevo espectáculo catalónico se ensaya a puerta cerrada. De momento, como ha anunciado el ayudante del mago, Oriol Junqueras, nada por aquí, nada por allá.

Nada, tampoco, ninguna función para el público aragonés se adelanta en los teatrillos-museos de Cataluña, donde la historia se ha convertido en un truco de chistera y los reyes de la Corona de Aragón, merced a los funcionarios historiadores a sueldo de la Generalitat se llaman Pere, Martí o Joan.

Esos mismos funcionarios historiadores y gestores son los que van a analizar por centésima vez la demanda de Aragón de los Bienes que legítimamente le pertenecen porque, en esa línea, el presidente del PAR, Arturo Aliaga, los ha reclamado a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell. Quien, muy tiesa, como soberana bruja del aquelarre catalónico, ha respondido a Aliaga que no conoce tal truco, que en Sijena nada por aquí, nada por allá, y que todas las piezas que cuelgan en esas cuevas de Alí Babá en que se han convertido los museos catalanes, comenzando por el Nacional, son de procedencia legítima... Igualmente los nazis, a base de sobreactuar la misma farsa, acabaron por creerse patrimonio de Sigfridos y arios, griales y uros. Pero al aragonesista Aliaga no le convenció el pase mágico de Currutaca, quien, escoba en mano para barrer españoles (¿idos, iros?), comisionará la petición del PAR a la Consellería de Cultura para que a su vez el conseller incoe una comisión que analice el asunto. Este dilatorio truco es más estéril y viejo que mágico; cuando un político no sabe qué hacer, en vez de dimitir, o decir la verdad, monta una comisión. Para un partido que tanto entiende de comisiones, no será un problema.

Pobre Cataluña, dividida y sin magia, cada vez con menos público en su nada exportable show, del que huyen los grandes números y compañías, reduciendo el tenderete soberanista a un circo de provincias donde los trapecistas se caen y actúan magos de segunda como Junqui y Puigdi.