Qué fin de semana. ¡Menudo lunes! Los enfermos de la cosa política (que los hay) miraban cada media hora el móvil y te iban dando las novedades. Ignacio Aguado (Cs) y Rocío Monasterio (Vox) se han reunido en un hotel de la Corte. Hay acuerdo entre las derechas para repartirse la mesa de la asamblea madrileña y de paso la murciana (que vendría a ser como una sucursal de la primera). Valls (exsocialista francés reseteado en ciudadano español) tontea con Colau (Barcelona en Comú) y ve muy mal eso de que el partido que le respalda se arrime tanto a los ultras de a caballo. Iglesias (Podemos) pide un ministerio en el cielo del futuro Ejecutivo sanchista. Espinosa de los Monteros (Vox) asegura que los suyos no verán mal que Cs se abstenga en el Congreso para favorecer la investidura presidencial de Sánchez (PSOE). Díez Ayuso (PP) va más lejos y sugiere la posibilidad de que su propio partido haga lo mismo (abstenerse para liberar a los socialistas de un inevitable arreglo con el secesionismo traidor). De inmediato es desmentida y rectificada por sus máximos líderes. Ávalos (PSOE) avisa de que, como el personal se ponga borde, su jefe convoca otra vez elecciones generales, y a ver qué pasa... Por fin, Rivera (Cs) se dejó ver en público con Malú (cantante) y eso fue lo más bonito de todo. De verdad.

Este frenesí es el propio de un país donde se ha fracturado el esquema de representación política que funcionó durante cuarenta años. Y encima esa ruptura se produce justo cuando los nacionalpopulismos (centrípetos, centrífugos, barnizados de izquierdismo o retintados de conservadurismo) han experimentado un subidón epiléptico y los impulsos ideológicos (sobre todo los más reaccionarios, pero también algunos de naturaleza tardorrevolucionaria) disparatan a modo. Como consecuencia de todo ello, los diálogos, negociaciones, alianzas y pactos están resultando complicadísimos. Ya solo faltan los majaras de cada parte vertiendo en las redes los argumentos más demenciales.

Y encima Aliaga (PAR) ni dice ni confirma ni coge el teléfono. ¡Ay!