El viernes arranca la campaña electoral europea. En España ninguno de los dos grandes partidos tiene asegurado el triunfo pero sí compartirán un drástico descenso conjunto de sus votos. La crisis de nuestro bipartidismo podría ser una oportunidad para que las izquierdas dispersas movilizaran la proverbial abstención, canalizando todo ese caudal de malestar y desafección en un programa de alianzas reales con formaciones afines de otros países, y más allá del interés propagandístico en clave nacional. Aunque...

Los Estados, y menos el nuestro, ya no toman decisiones solos. Muchas vienen dictadas desde Bruselas y otras a un nivel superior, como el Tratado de libre comercio que la propia UE negocia con Estados Unidos y que eliminará garantías, entre otras, en materias sanitarias alimentarias. Todo esto es posible gracias a que desde 1989 el Partido Popular Europeo (PPE) y la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D) mantienen un acuerdo "técnico" por el que además se reparten la dirección del Parlamento, del que ambos copan el 70% actualmente.

La globalización que arrasa conquistas sociales exige una respuesta conjunta de resistencia internacional al mismo nivel o no será. El Primero de mayo pudo visibilizar las reivindicaciones laborales en las plazas del planeta, incluida la de Moscú por primera vez desde la caída de la URSS, pero en un mundo deslocalizado hay todavía demasiada distancia entre esa China predemocrática en la que las huelgas han aumentado en un año el 30% (pese a ser ilegales) y el finiquito a nuestros salarios dignos.

Pero Europa debería pelear una alternativa propia. Lejos de eso, presuntas propuestas de izquierdas locales se limitan a un par de estribillos eurovisivos que no llegarán nunca a canción del verano. Especial mención merece, por supuesto, la del movimiento Red del juez en entredicho Elpidio Silvia y su plagio del programa de Equo. Una democracia devaluada o de baja intensidad también tiene que ver con las cortas miras de quienes se toman estas citas como puestas en escena. El teatro es muchísimo más serio. Detrás de los personajes queda retratada la realidad de la que provienen. Periodista