En verdad no debería sorprendernos, pero sorprende. Con bombo y platillo, todos los medios de comunicación, anunciaron el triunfo, en las pasadas elecciones, de todas las candidaturas excepto «el poder de unidas». En términos taurinos: «una exigente coleta se vino abajo por la fuerza de una cornada republicana». La tauromaquia además de ser arte, puede servir, por su rico y variado vocabulario, para un análisis comparativo de muchas de nuestras actividades cotidianas. Es que no «tenía un pase», al incorporar nuevos dirigentes de anticuados movimientos políticos. Arboladura deficiente. Chorreao con exsindicalista respaldando a banquero; extremistas a «opresores de toda la vida»; resentidos dirigentes criticando donaciones para mejorar la salud de los electores, componían un «ejemplar derrengado». Una «lidia» desorganizada con un instrumentalizado director, desvelando, todos ellos, sin ningún pudor, su condición de actores políticos, militantes de la extrema izquierda occidental.

¡Quién creyera!. Pero en verdad, en España todo es posible, incluso modificar actas, cocinar encuestas, dar una imagen falsa que impresiona la mente sin que exista realmente el objeto que representa, es decir alucinar… No hay duda.

Justamente estas actuaciones son las que siempre, la mayoría de los españoles, bien en silencio, con humor o democráticamente, con escaso éxito, han rechazado. El anticuado bipartidismo se hundió justamente por su incoherencia, por su absoluta falta de honestidad política y porque se antepusieron las ambiciones personales a los intereses de la mayoría. Abortó el germen de la segunda vuelta electoral. Nació el polipartidismo, que según los expertos en obstetricia política y matronas feministas es una forma mas alucinante de seducir o engañar haciendo que se tome una cosa por otra, confundiéndola y produciendo desvaríos y posibles ofuscaciones; no descartando el deslumbrar a alguien, impresionándole fuertemente e incapacitándole para pensar en el valor o significado del acto realizado. Se nota la falta de la segunda vuelta electoral.

La variedad de acepciones de una misma palabra en nuestro idioma nos conduce a múltiples metas y sentimientos, que permite soñar despierto antes de dormir y abrir un ojo o levantar un párpado en el preamanecer. Estas alucinaciones visuales, muy frecuentemente se convierten en alucinosis parlamentarias, que están triturando el sentido de la vista cuando se fijan en páginas de prensa y pantallas televisivas; pero hay más. Están las alucinosis auditivas, que oyen algo que parece irreal, como simples ruidos de voces humanas del pasado reciente o no, indicadores de posibles trastornos mentales o esquizofrenias, depresiones, situación de ansiedad o estrés, como meta de un paroxismo neuropolítico. La alucinación se vincula siempre a una persona excéntrica o paranoide que asegura ver u oír cosas que él solo experimenta. Son trastornos mentales o de pensamiento sin necesidad de estímulo apropiado, con toda la fuerza de una motivación real de gobernar como redentor, incontrolable por la voluntad y dominada por la ambición.

Los pasados procesos electorales, ¿han sido una excepción?. Seguro que no. De ahí que este actuar de los extremos de izquierda y derecha, los centros de derechas e izquierdas, los mangantes nacionalistas del condado y del señorío, lo único que consiguen es consolidar la postura del pícaro; del Buscón de la Moncloa y del Lazarillo de Guadarrama, como indiqué en publicaciones anteriores.

No recuerdo quien dijo: «Hay muchos que vienen con sed de venganza, después de tantos años». Pero no podemos olvidar que esa sed de venganza también ciega. Y quizá eso es lo que está pasando en Europa. La comunicación oficial es cada vez más ineficaz por no ajustarse a la realidad. Se ha perdido incluso la capacidad de reacción. Cada vez es más evidente que se violan más principios deontológicos y éticos de la comunicación responsable y de calidad.

Lo cierto es que la formación de los futuros gobiernos: central, de los ayuntamientos y comunidades autónomas no cambiará por las virtudes de unos y otros, eclipsadas por las directrices interesadas de los partidos, pero sí puede cambiar por la situación económica que puede producir niveles elevados de jubilación.

Hay un tema que está muy presente en la población: la corrupción, en cualquier género o actividad. La corrupción no solo carcome la democracia, sino que también tumba gobiernos y entierra candidatos. ¿ Son conscientes nuestros políticos?.

*Catedrático emérito de la Universidad de Zaragoza