El uso que se hace de una lengua no es inocente, en todo caso puede ser inconsciente pero nunca es inocente y con frecuencia suele ser ofensivo. Y eso es el lenguaje: el uso de la lengua, o la lengua en ejercicio que refleja la forma de vida de sus hablantes. Estudiar el uso de una lengua es por eso también un método que permite acceder a un conocimiento de la realidad socio-cultural de la comunidad que la usa. Escuchar cómo hablan sin hacer preguntas, puede llegar a ser ser equivalente a la mejor encuesta para el caso. Desde este punto de vista, considero que es provechoso lo que escribo aquí sobre el amor, el sexo y el lenguaje pertinente.

Un hombre público es una personalidad, preferentemente un político que ostenta un cargo en el Gobierno. Una mujer pública, en cambio, hablando mal para que todos me entiendan es una puta. O dicho sin recortes en latín: «Pro populo statuta» -establecida al servicio del pueblo-, de donde la abreviatura tradicional que sí los tiene y queda en lo más negro de «pro populo statuta». Ese pueblo a cuyo servicio están las mujeres son obviamente los hombres.

Hablando de una casa y de una mujer se dice «violar». En ambos casos hay que llamar antes de entrar, y entrar sin hacerlo o sin permiso es siempre una violación. No es por casualidad que se diera a la aldaba la forma de falo cuando no había timbres. Aunque la violación puede ser a la inversa si la hace una mujer, no es lo normal sino la excepción que confirma la regla.

El amor es libre por ambas partes, y responsable. Sin libertad no hay amor. En todo caso hay quien hace el amor. Pero eso es un eufemismo que encubre un comercio o una violación. El amor no se hace, lo que se hace es sexo y eso es lo que el otro padece o no si lo vende. Porque es también lo que se paga o se roba. Pero el amor es siempre libre y gratuito y, por tanto, responsable. Y correspondido..... siempre que se «pague» con la misma moneda: con amor.

Cuando se habla del «débito conyugal» el tema es el deber de la esposa generalmente. Como si los esposos no tuvieran esposas ni deberes, y las manos libres para hacer con ellas su real gana. Y ese es el problema. Que las mata callando... o las mortifica al menos.

En la relación personal propiamente dicha, tú y yo son pronombres personales que valen para las personas de ambos sexos. En cambio cuando no se hablan entre sí y se habla sobre ellas, desde la distancia los pronombres de tercera persona tienen sexo: ella y él, ellos y ellas. Como las cosas que tampoco hablan. Tratarse como personas es relacionarse en pie de igualdad y nunca tratar a nadie como un objeto. El amor es libre, responsable, personal y gratuito. El sexo es otra cosa, por eso se hace y se vende como cualquier cosa.

El amor nos hace personas humanas. Hacer el amor nos embrutece. Y eso se paga. Y se vende.

*Filósofo