Da la impresión que el consejero de Vertebración del Territorio de la DGA, José Luis Soro, está buscando el futuro del aeropuerto de Zaragoza con cierta sensatez. Su estrategia dirigida a planificar las nuevas conexiones valorando su interés debe ser bienvenida para evitar derroches económicos que otros gobiernos han tenido con el aeródromo de Garrapinillos y que, al final, fueron un gasto inútil y enorme. No hay que volver a caer en esas políticas. El aeropuerto de Zaragoza se ha consolidado como centro logístico de mercancías y, ahora, habrá que aprovechar la instalación para los pasajeros pero analizando los mercados, los destinos y los intereses de todos. Y pensando que Barajas y El Prat están a un paso.