Supongo que el Gobierno no cesará a José Félix Tezanos, el entusiasta director del CIS, miembro de la vieja guardia socialista, que parece que cocina las encuestas electorales de la misma manera que lo haría una banda de vikingos borrachos tras haberse metido al coleto un par de barriles de cerveza. Y no lo hará porque el tal Tezanos, con dinero público, presta un servicio de primera al presidente del Gobierno, al que coloca como el político mejor valorado según sus encuestas y al que concede una ventaja de una decena de puntos sobre el siguiente candidato, si hubiera pronto unas elecciones generales. Es mentira, pero de momento va tirando con ello. Ni siquiera el bochorno del resultado de las elecciones autonómicas andaluzas hará que sea cesado, y tampoco dimitirá el tal Tezanos, claro, pese a que sus pronósticos tienen el mismo valor que un euro de cartón.

A pesar de lo que auguraban las encuestas del CIS, en Andalucía la derecha, incluyendo a la extrema que es Vox, ha ganado por primera vez las elecciones a la izquierda, en votos y en escaños.

Tras cuatro décadas de cortijo socialista (los socialistas granadinos prefieren llamarlo «cortijo del sevillanismo»), Susana Díaz, esa populista presidenta de la Junta de Andalucía sobre la que los que la conocen aseguran que «rascas un poquito y debajo no hay nada», no supo, o no quiso, acabar con la galopante corrupción de un sistema en el que dirigentes socialistas de la Junta se iban de prostíbulos con dinero público y guardaban en sus casas «billetes para asar una vaca».

Andalucía es, probablemente, la mejor tierra del mundo. Lo tiene todo: riqueza agrícola, valles fértiles, montañas espléndidas, costas y playas en un mar y un océano, y una posición privilegiada entre África y Europa, pero, sobre todo, una mayoría de gente magnífica, amable, alegre y cordial.

También tiene carencias, claro, y una minoría de señoritos de toda la vida, incultos, arrogantes y egoístas que han sumido a Andalucía en un retraso que no le correspondía. Por eso, es un drama que los andaluces hayan elegido entre seguir con el cortijo montado por el sevillanismo socialista y la incompetencia de las marcas de Podemos, o la derecha rancia y caciquil de siempre.

Sin duda, lo de Andalucía ha sido un fiasco, pero espero que la izquierda del resto de España aprenda lo que no debe hacerse, y se ponga manos a la obra para, por una vez, construir un país decente y digno del cual sentirse orgulloso. Pero me temo que, con esta izquierda de broma, no va a ser así. Una pena.

*Escritor e historiador